Su experiencia en el aula le ha servido al profesor Carlos González —quien trabaja en el IES Canal de Castilla de Villamuriel de Cerrato, en Palencia— para descubrir todo el abanico de posibilidades que se abre a los docentes con las nuevas metodologías en el aula. Y esta experiencia la ha puesto al servicio de los asistentes al curso “Metodologías activas aplicadas a las ciencias sociales. Otra forma de enseñar y aprender es posible”, organizado este mes por el CFIE de Zamora en su programación de talleres durante el curso para la formación docente.

Clases invertidas —conocidas también como “flipped classroom”, en inglés—, gamificación, realidad virtual o aplicaciones informáticas son algunas de las herramientas con las que ya ha trabajado este ponente en el área que imparte, la de ciencias sociales. Con su experiencia, es capaz de explicar cómo sacarles el máximo partido durante las cuatro sesiones en las que se divide el curso.

“Lo que quiero transmitir es que lo importante en el aula son los estudiantes, no la materia ni los contenidos, aunque también sean esenciales”, apunta. “Estamos observando que al final los profesores dedicamos una enorme cantidad de tiempo a impartir contenidos, pero muy poco a las necesidades específicas que pueda tener el grupo. La denominada tiranía del currículo hace que terminemos primando el contenido por encima del alumno”, lamenta. Para ayudar a dar una vuelta a esta situación está la metodología de las clases invertidas, que hace que buena parte de los contenidos los puedan ver los estudiantes en sus casas, dejando las horas de clase para solventar dudas y trabajar de un modo diferente sobre la materia. “Se trata de sacar el contenido del aula y poder dedicar el tiempo en clase para otros aspectos”, argumenta.

Carlos González, ponente del curso del CFIE Zamora Cedida

Entre esos aspectos está el tener más tiempo para preocuparse por el alumno. “Puedes hablar con ellos, preguntar por las dificultades que tienen o por lo que no entienden. Incluso hay tiempo para que te cuenten otros problemas, más allá de los académicos”, asegura González. Y eso también repercute positivamente en la visión que tiene el alumno del profesor. “Ellos agradecen ese tiempo, se observa incluso un cambio de actitud. Yo llevo cuatro años sin poner un parte de incidencias”, argumenta el profesor.

Otro de los beneficios que se obtiene con la puesta en práctica de estas nuevas metodologías en el aula es el desarrollo de diferentes herramientas por parte de los alumnos. “Al estar trabajando en clase con una materia que han visto en casa, se les queda mejor grabada y además ganan habilidades, como la realización de infografías, el aprender a hablar en público, mejorar la exposición oral e incluso la investigación a nivel escolar”, explica.

Por su parte, el ponente aconseja a los profesores que vean este cambio de forma de dar clase “como una inversión”, puesto que, aunque en un principio requiere un trabajo extra, con preparación de nuevo material, búsqueda de vídeos o desarrollo de actividades originales y de grupo, se notará un cambio en el aula para mejor. “Las clases se vuelven menos agotadoras y, en gran medida, mejora el aprendizaje”, señala el ponente para finalizar.

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