Recuerdo que cuando yo era niña en los centros escolares las familias no participaban, todo lo organizaba el centro junto con la administración.

Hace unos 40 años surgieron las asociaciones de padres y madres, antes APAS hoy AMPAS, la comunidad educativa empezó a crecer haciéndose más fuerte. Las familias comenzaron a participar mano a mano con los profesores y alumnos haciendo multitud de actividades, creando así un gran equipo con un mismo objetivo: mejorar la educación de nuestros hijos, mejorando la sociedad. Cada centro educativo tenía su asociación, que participaba en los consejos escolares con voz y voto, lo que hacía que los padres se involucraran en el funcionamiento del centro participando de forma activa. Todo iba sobre ruedas, las familias dedican su tiempo libre para el bien de la comunidad y así fue durante un tiempo.

Pero esto cambió con la jornada única, implantada con la condición de tener actividades extraescolares por la tarde impartidas por los profesores.

Llego una ley nueva de educación, Lomce, los padres perdimos nuestro derecho a participar en la vida del centro, relegando nuestra participación a la mera presencia en los consejos, conservando la voz, pero perdiendo el voto, simples espectadores.

A su vez, la crisis económica hizo que la vida laboral de los padres y madres fuera más precaria, con horarios más largos y peor pagados. Las familias ya no pudieron dedicar tanto tiempo libre al colegio y, aunque las consejerías de Educación y Familia sacaron programas para paliar esta situación, como Madrugadores o Conciliamos, en realidad es que esto, junto con la expulsión de los consejos y la jornada única, hizo que las familias se fueran alejando de la vida de los centros.

A mayores, existen otros problemas añadidos, pues estos y otros programas de la consejería exigen unas ratios que hace imposible su puesta en marcha en la escuela rural. El Releo, creado por las ampas y que llegaba a todas las familias en mayor o menor medida, fue absorbido por la administración, dejando a muchas de ellas sin libros. El bilingüismo se implantó en la mayoría de los centros sin tener los recursos humanos adecuados, repercutiendo de forma negativa en el aprendizaje de los niños. Y la jornada única se ha convertido en muchos centros en "tardes de extraescolares del ampa".

Y así llegamos al día de hoy. La falta de tiempo y el desencanto por haber sido relegados a un segundo plano hace que solo un pequeño porcentaje de padres y madres se involucren en las asociaciones, por lo que, en ocasiones, es inviable sacar proyectos adelante, quedándose algunos únicamente para hacer fiestas. Pero las ampas no se crearon para eso, sino para formar parte de la comunidad, apoyando y mejorando la vida escolar.

Hemos vivido todo esto y más. Sería bueno que para el curso que hemos empezado se acercara el centro a las familias, fomentando la participación, que todos los actores de la comunidad educativa fueran más activos, que los programas que desarrollan las administraciones fueran más flexibles y que por fin la educación pase a primer plano, sacándola de su estancamiento, haciendo que evolucione a la par que la sociedad, o quizás por delante, por ser la base de la misma.

Por eso, pido desde estas líneas a todos más colaboración para tener una escuela del siglo XXI.