Del colegio Medalla Milagrosa de Zamora al instituto Forest Hills Northern de Michigan. Alba de la Peña es uno de los siete alumnos zamoranos que este año disfrutan de una beca Amancio Ortega de estudios. Un curso completo en Canadá o en Estados Unidos para estudiar el equivalente de 1º de Bachillerato al otro lado del Atlántico.

"Vivo en Grand Rapids, una ciudad de unos 300.000 habitantes. Mi instituto es enorme, somos 3.000 alumnos y es un centro totalmente diferente a uno de España. Aquí la gente gira su vida en torno al instituto y es algo mucho más social y de entretenimiento", compara la zamorana. "Hay todo tipo de clubes, deportes y actividades. Aparte, las instalaciones son gigantescas y las primeras semanas me tenían que ayudar para encontrar las clases", recuerda.

Pero no solo las infraestructuras son distintas, también reconoce diferencias en la formación académica. "La educación aquí es mucho más tranquila y práctica. Podemos comer en clase, donde hay hasta sofás. Todo lo que aprendemos tenemos que ponerlo en práctica en un proyecto y las asignaturas son completamente distintas también: aparte de las habituales de matemáticas o física, tengo otras como fotografía o cocina", pone como ejemplos la zamorana.

Eso hace que su día a día en el instituto varíe muchísimo. "Tengo materias muy abstractas, por lo que las actividades que hago cada día son completamente diferentes. También tenemos actividades al aire libre, así que me lo paso muy bien yendo a clase", detalla sobre su horario, que comienza a las 7.40 de la mañana y finaliza a las 14.45 horas, con el descanso para la comida entre medias.

Sobre sus compañeros, solo tiene buenas palabras. "Son encantadores. Cuando al principio no conocía a nadie, siempre tenía una sonrisa o un qué tal estás que me alegraba el día", rememora. "Hacer amigos no es sencillo, no lo voy a negar, porque todo el mundo tiene ya sus grupos y no es fácil encajar. Pero nunca sabes quién te va a abrir las puertas para entrar en su vida, por lo que si eres extrovertido e intentas hablar con todo el mundo, no hay ningún problema", aconseja.

Aparte de su simpatía, seguramente también alguna puerta le habrá abierto el ser española. "A los americanos les encanta todo lo que esté relacionado con nuestro país. Siempre me preguntan por la comida, el tiempo o algunos lugares. Además, mi instituto tiene un programa de inmersión española, por lo que están especialmente interesados y es muy gracioso oírles hablar en español", sonríe.

Esta beca le permite un conocimiento total de la vida americana, puesto que, aparte de los estudios, vive con una familia. "He tenido mucha suerte, son todos encantadores y se preocupan muchísimo por mí", agradece.

Solo lleva tres meses allí, pero admite que todavía no se cree todas las cosas que ha hecho en tan poco tiempo. Desde visitar Nueva York hasta disfrutar de un partido del US Open, "además de hacer todo tipo de deportes acuáticos, ir a partidos de fútbol americano, acampar en el bosque, ir al baile de otoño o hacer truco o trato en Halloween", añade.

Además, en este tiempo ya ha comprobado que su inglés está mejorando "más de lo que esperaba. Al principio me costaba un poco entenderlos, porque hablan muy rápido, pero estoy progresando en la forma de expresarme, cosa que no me puede hacer más feliz", reconoce, al tiempo que señala que lo más difícil de esta experiencia ha sido separarse de su familia y amigos durante un curso completo. Aparte de a ellos, lo que más echa de menos de España son unas distancias más cortas -"tenemos que ir en coche a todos los lados", asegura- y, sobre todo, la comida, "que no tiene nada que ver", subraya.

A pesar de todo, no deja de recomendar esta experiencia. "Me está aportando mucho, desde ser más independiente y abierta, hasta conocerme más a fondo y aprender a valorar los pequeños detalles, ser feliz con lo que tienes, aquí o en España y, sobre todo, disfrutar de cada momento", expresa.