uando hablamos o -como en este caso- escribimos algo, no está mal consultar diccionarios o enciclopedias , para ver que se dice sobre ello. Educación es un término que puede significar muchas cosas. Recurro al Diccionario de las Ciencias de la Educación, página 475, donde se puede leer que tiene que ver fonética y morfológicamente con guiar, conducir, orientar, hacer salir, extraer, dar a luz. Y siguen más y más aclaraciones y explicaciones. Ciencias de la Educación, Historia de la Educación, educación de adultos, educación alternante, ambiental, educación artística, educación básica, educación social, educación clásica, educación comparada, educación compensatoria, comprensiva, de élites, espontánea extraescolar, familiar, física. funcional, educación humanística y un largo etcétera que llega hasta la página 510.

Este suplemento, mejor complemento -puesto que lo es al periódico normal- va seguramente a hablar de todas ellas y hará bien en ello. Hoy yo, sin embargo, quiero hablar de otra educación, a la que los alemanes denominan "kinderstube". Algo así como educación para andar bien por casa, por la calle, con los amigos, parientes, en el trabajo, en el ocio... o educación normal

De pequeños, nos decían nuestros padres, los maestros, los curas, las personas mayores: "Hay que ser educados, hay que tener más educación". Eran términos que se escuchaban con frecuencia. Se referían más a un modo de ser y actuar que a saber mucho o tener muchos conocimientos. El concepto de buena educación no estaba relacionado con aprender conceptos, teorías o saberes de libro, sino un modo de actuar, de hablar, gesticular, comportarse.

Nadie se apartaba de la tarea -y hasta la conveniencia- de educar bien a otros, dar consejos, amonestaciones y hasta alguna observación crítica a conductas poco acordes con la buena educación.

Los mismos padres decían a sus vecinos: "repréndeme al chico o a la niña, cuando veas que no actúa bien, que te falta en algo". Pensemos lo que ocurre ahora si a una persona se le ocurre hacer una advertencia a alguien.

Buena educación no era propiedad ni exclusiva de ricos ni pobres, niño, adulto o mayor, mujer o varón. Era como un patrimonio común, adorno y obligatorio para todos. Buena educación era saludar a las personas mayores, dejarles la acera para que caminaran más seguros, escuchar sus consejos u orientaciones. Era pedir permiso para ausentarse de casa, de la pandilla, del colegio. Dar las gracias cuando se recibía algún obsequio, mostrarse atento y escucharte cuando te hablaban.

A veces se confundía con el término y la práctica de cortesía. Buena educación era no tirar papeles en la calle, ni otras cosas peores, era no gritar a otros, ni pegar a los perros, ni apedrear gatos o pájaros. Buena educación era respetar las normas al andar, al entrar en las casas, al saludar, al comer, beber y divertirse. Abarcaba toda la vida en todas las situaciones. Eso sí que era un aprendizaje permanente y para su permanente aplicación.

Se enseña educación y se aprende educación, como se enseñan matemáticas o geografía. El problema es quién enseña hoy educación y quien está dispuesto a aprender educación, a practicarla.

Y esto vale para mayores y niños, magistrados y políticos, eclesiásticos y barrenderos, cocineras y doctoras. Nadie quedaba excluido , ni exonerado de practicar la buena educación.

Todos estamos en situación permanente de enseñar y aprender educación. Y estoy seguro que en este sentido, sí que todos podemos y hasta debemos ser educadores. El decir , antes era así la educación, puede y debe convertirse en presente y pasar así es la educación hoy en 2018.