Doce meses: Hablamos con el Dr. Miguel Delgado Lacosta :: Prensa Ibérica

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Hablamos con el Dr. Miguel Delgado Lacosta

Dr. Miguel Delgado Lacosta

Jefe de UCI de Quirónsalud Torrevieja.

¿Qué le motivó para ser Jefe en UCI?

Lo mío, siempre ha sido vocacional con la medicina y mi especialidad. Lógicamente, el desarrollo profesional me ha llevado a asumir nuevos retos e implicación con el servicio siempre apoyado por mis compañeros.

¿En qué consiste exactamente el trabajo en la UCI? ¿Cómo era el día a día antes de la pandemia?

Se trata de la atención a los pacientes más graves, pero, en cierto modo, y después de tantos años de ejercicio, era bastante rutinario; de todas formas, esto no creo que deba verse como negativo. La rutina facilita, de alguna manera, que se cometan menos errores.

¿Qué cualidades cree que debe de tener una persona que quiera desempeñar su trabajo y cuáles de ellas se han puesto más a prueba este último año?

Honestidad, credibilidad, disposición a trabajar como uno más, capacidad de delegar y transmitir seguridad y positividad, entre otros. Para este desempeño, creo que es mejor disponer de inteligencia emocional que ser el más "listo de la clase". Tengo claro que el personal con el que trabajas solo te valora adecuadamente si demuestras de forma continuada que estas con ellos "codo con codo".

¿Cómo le ha cambiado la vida personal y laboral la mayor crisis sanitaria de nuestra historia?

No he tenido vacaciones ni he dispuesto de más de tres días libres desde que comenzó la pandemia en febrero del 2020. Mi vida personal se ha visto afectada, como todo el mundo, por los límites impuestos por el confinamiento, pero también por el exceso de trabajo. Al tiempo, por una enorme frustración al no disponer de armas con las que enfrentar esta enfermedad y ver como se moría en nuestras manos gente que no tenía que morir. Esto crea una sensación de impotencia imposible de superar.

Puede parecer que en UCI se ve de todo pero, ¿cómo es trabajar ante una enfermedad tan desconocida?

Ha sido y es muy duro, asumir mi responsabilidad con miedo y angustia permanente tratando que esto no afecte a mis decisiones. Comencé mi profesión con epidemias como el aceite de colza y el SIDA, enfermedades entonces desconocidas y a las que nos enfrentamos en los primeros momentos con el mismo miedo que ahora y jamás pensé que acabara mi vida profesional con una pandemia como esta. La realidad, como siempre, supera a la ficción.

En concreto, ¿qué sacrificios ha tenido que hacer usted o qué ha sido lo más difícil a lo qué ha tenido que enfrentarse en el último año? ¿Algo positivo o gratificante?

No lo he sentido como un sacrificio sino como una responsabilidad. He hecho lo que se esperaba que hiciera y me siento satisfecho por ello. Lo positivo es que he sentido el reconocimiento, tanto de mis compañeros de profesión como de todo el personal que trabaja en el hospital y también de mi familia.

Se han enfrentado a una de las tasas más altas del mundo entre profesionales.

En efecto, he visto morir compañeros. Esto deja marcas imborrables.

Durante mucho tiempo los ciudadanos salieron a sus ventanas y balcones a las 20:00 para agradecer la labor de los sanitarios, se les llamó héroes, recibieron el Princesa de Asturias de la Concordia... ¿Compensa? ¿Cómo recibió usted este calificativo y estos reconocimientos?

Aunque siempre es gratificante cualquier reconocimiento, yo personalmente, siento cierto pudor si me aplauden. La verdad es que no lo necesito. Considero que hago lo que debo y no cambiaré porque me aplaudan o no. A pesar de que he sentido el riesgo por mi vida, no me sentiría bien conmigo mismo si no lo hiciera así.

Pero tras la primera ola, llegó una segunda, una tercera... ¿Cómo ha evolucionado el estado de ánimo del personal hasta llegar al momento actual?

La frustración ha aumentado, siendo un cierto agotamiento, pero es más psíquico que físico. En cambio, me siento orgulloso de que las ciencias médicas hayan avanzado al punto de ofrecer una luz al final del túnel.

Y aplicado al paciente, ¿cómo ha sido su evolución?

Aunque ahora disponemos de información científica que nos permite saber, sobre todo, que no debemos hacer algunas cosas que se hacían al principio y no aportan nada, la verdad es que con mis datos la última ola ha tenido más mortalidad que la primera.

Es una enfermedad marcada por la soledad y el aislamiento, ¿cómo han vivido ustedes este hecho?

Esto ha sido una característica de esta enfermedad muy difícil de soportar. Creo que deben buscarse fórmulas que resuelvan mejor estas características. Considero que es injusto y antinatural que a los pacientes y sus familiares se les cierre la posibilidad de un contacto más directo. Esta actuación dejará una marca en esta sociedad muy difícil de borrar.

Ahora parece que la curva epidemiológica se está doblegando y la tercera ola empieza a remitir pero, ¿y luego?

La gente tiene que ser consciente de que es mejor seguir los protocolos dictados por los epidemiólogos sobre confinamiento y distanciamiento social que ver enfermar a tus padres y poner en riesgo sus vidas. Si no se cumplen las normas habrá cuarta ola y esto, quiero pensar, que solo lo parará la vacunación masiva.

¿Qué enseñanzas y lecciones saca de todo esto y cómo pueden beneficiar a los pacientes?

De todo se aprende, de lo bien hecho y también de lo malo. La medicina se caracteriza por la búsqueda continua de la verdad y la aplicación, para curar, de la mejor evidencia científica disponible y, mientras no dispongamos de la respuesta, debemos siempre tener en mente nuestra obligación de aliviar el sufrimiento humano.