Mejora en los modelos de atención, la positiva influencia de enfermería.

El virus de la inmunodeficiencia adquirida (VIH) sigue siendo uno de los mayores retos para la salud pública mundial. En la lucha contra esta dura enfermedad, la coordinación de los sectores sanitarios es vital.

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Texto: María Torres

El 1 de diciembre de cada año, el mundo conmemora el Día Mundial del Sida, con el objetivo de apoyar a las personas que conviven con el VIH y para recordar a todas aquellas que han fallecido por enfermedades relacionadas con el sida. El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida, ONUSIDA, advierte que, si los dirigentes no abordan las desigualdades, el mundo podría enfrentarse a 7,7 millones de muertes relacionadas con el sida en los próximos diez años, y como señala el informe: “Unequal, unprepared, under threat”, recuerda la necesidad de abordarlas para acabar con el sida, la covid y prepararnos para futuras pandemias.

La situación mundial no ha mejorado y los nuevos datos sobre la respuesta mundial que se está dando al VIH revelan que durante los dos últimos años de la COVID-19 y otras crisis mundiales, el progreso contra la pandemia del VIH ha decaído, los recursos se han reducido y, como resultado, hay millones de vidas en riesgo. Tras cuatro décadas enfrentados al VIH, las desigualdades persisten en los servicios más básicos, como el acceso a las pruebas de detección, el tratamiento y los preservativos, y son aún mayores en el caso de las nuevas tecnologías, y en determinadas áreas geográficas.

En esta difícil coyuntura, el trabajo y los cuidados de enfermería son un rayo de esperanza, dado que han sabido implementar nuevas técnicas y tecnologías que en opinión de Jordi Puig, de la Fundació Lluita contra les Infeccions en el Hospital Germans Trias i Pujol de Barcelona han mejorado de manera significativa la calidad de vida de los pacientes, a pesar de las numerosas necesidades y precariedad detectadas, en un entorno en el que las personas seropositivas se han convertido en pacientes crónicos y estos profesionales han tenido que ir adaptando su práctica clínica a la nueva situación.

“La cronicidad de la enfermedad, junto con el hecho de que los pacientes infectados por el VIH tienen actualmente una mayor tasa de supervivencia, favorece la aparición de nuevas comorbilidades asociadas al tratamiento y/o al propio virus, pero también al propio proceso de envejecimiento natural. Desde el inicio de la epidemia, enfermería ha participado en la modificación de los modelos de atención a pacientes con VIH”.

A la vista de esta situación, no se pone en duda que el Área de Enfermería en concreto es una pieza clave en la atención a los pacientes con VIH/sida. En sus manos se confía no sólo el seguimiento de los tratamientos sino también la labor de concienciación y la divulgación de una educación sexual correcta para evitar que aumenten los contagios.

Como recuerda Jordi: “El virus de la inmunodeficiencia adquirida (VIH) sigue siendo uno de los mayores retos para la salud pública mundial. La atención a la persona infectada debe ir más allá de un enfoque centrado en la ART, debe abordar la compleja situación de los pacientes crónicos: pacientes mayores, comorbididades, polifarmacia.

En las diferentes unidades con VIH se debe promover el desarrollo de la autogestión del paciente con un método educativo estructurado y validado; la creación de sistemas de apoyo a la decisión clínica y aumento de las habilidades clínicas; hay que favorecer un proceso asistencial basado en el trabajo en equipo y el diseño horizontal del proceso asistencial. También es necesario estratificar a los pacientes por riesgo, con el fin de priorizar a los más necesitados y vulnerables, y realizar por supuesto actividades de conexión con las organizaciones sociales y la comunidad”.

De confianza

Y es que en manos de estos profesionales se confía no sólo el seguimiento de los tratamientos sino también la labor de concienciación y la divulgación de una educación sexual correcta para evitar que aumenten los contagios.“Una buena comunicación fluida con el paciente permite una relación más abierta entre ambas partes y favorece una posible detección e identificación temprana de síntomas e inquietudes que pueden presenta los pacientes”, afirma Puig.

Los enfermeros, como profesionales más cercanos al paciente, son imprescindibles para detectar estas necesidades y buscar una solución lo más pronto posible.

Disponer los más experimentados en las unidades de VIH favorece una mejora en la detección de necesidades siendo más eficientes en la resolución de problemas, mejoras en el cuidado en VIH y por tanto, mejorando la calidad de vida de estas personas.

Y esto es adecuado también desde la perspectiva de los pacientes que agracen profundamente, según Puig: “La proximidad, confianza, accesibilidad, y el poder explicar sus inquietudes o necesidades con un lenguaje similar. El no sentirse juzgados, es decir, la empatía que tiene enfermería antes de decidir nada...porque conoce tanto al paciente con VIH que con verle los ojos, muchas veces, ya se sabe que le pasa alguna cosa”.

En muchos centros somos la primera persona que les atiende cuando están recién diagnosticados, y eso no se olvida. Marca el inicio de una relación entre las dos partes”. En esta coyuntura, el papel de enfermería es intentar que estas personas aprendan a vivir con el VIH, que no vean el diagnóstico como algo terrible y que piensen que van a poder llevar una vida normal.

Flexibilidad

En la actualidad los Departamentos de Enfermería tienen una amplia capacidad de adaptación a los nuevos cambios en los cuidados de los pacientes. Como recuerda Puig: “Actualmente se está trabajando en modelos de atención electrónicos (Mhealth) y en como integrarlo en los cuidados en los diferentes perfiles de pacientes. Es importante saber lo que sucede entre visitas, y aquí enfermería va a jugar un papel importante en la creación y implantación de los Patient Report Outcomens (PRO) que son los cuestinarios de salud de los pacientes”.

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