Pocos detalles se habían desvelado hasta el momento de una de las bodas más sorprendentes del año. Julio Iglesias y Miranda Rijnsburger se casaban tras 20 años juntos en una íntima boda y los protagonistas han querido compartir todos y cada uno de los momentos del día más feliz de su vida con un reportaje en exclusiva para la revista «¡Hola!».

Miranda y Julio «se casaron no en secreto, sino en la intimidad. No por sorpresa. sino por amor». Así comienza «¡Hola!» el exclusivo reportaje que acompaña al ya feliz matrimonio en todos los momentos previos a su boda.

El enlace, que como ya se había desvelado a través de los medios de comunicación, tuvo lugar en la parroquia de la Virgen del Carmen, en Marbella, y entre los asistentes sólo estuvieron presentes los cinco hijos de la pareja -Miguel, Rodrigo, Cristina, Victoria y Guillermo-, los dos párrocos que oficiaron la boda, así como el matrimonio que lleva 30 años administrando sus propiedades, quienes actuaron como testigos.

La novia, que para la ocasión eligió dos sencillos trajes de su amigo el diseñador Oscar de la Renta, volvió a hacer gala de su elegancia natural, completando su vestido con unos discretos diamantes y recogiendo su melena en una trenza. Al igual que ella, tanto Julio como sus cinco hijos, fuero vestidos de blanco por expreso deseo de la novia. Después de reunirse toda la familia en la capilla, el personal de servicio recibió a los recién casados con una lluvia de pétalos de rosas de mil colores. Una vez retratados solos y en compañía de sus hijos, Miranda cumplió con la tradición de las novias y lanzó divertida su ramo de rosas blancas al personal femenino de la casa.

Una vez convertidos en marido y mujer, Julio y Miranda regresaron junto a sus hijos a su casa de Ojén para celebrar una misa de acción de gracias en la capilla de su jardín, entre la casa y la piscina, desde la que se ve el mar.

«Esta boda, que no es un acto social, sino una boda de las de verdad, con nada más que amor, a estas alturas tenía que llegar», explica el cantante en un momento de la entrevista. «Que se hayan cumplido veinte años desde que nos conocimos no ha sido el motivo de casarnos ahora. El motivo principal es que era el momento justo».

Los niños de la casa se mostraron igual de felices que sus padres e incluso hubo lágrimas de emoción por parte de una de las gemelas a la salida de la capilla. Julio añade que sus hijos «han entendido perfectamente el significado de este momento».