Lo que antes era una salida al campo para recargar energía, ahora se ha convertido en una especie de pasadizo del horror. Los habituales andarines que recorrían la Sierra de la Culebra en todo su esplendor, transitan ahora en medio de un paisaje desolador que ya no irradia paz, sino dolor, tras el devastador incendio forestal que ha arrasado con 30.000 hectáreas.