Dinero y felicidad son dos conceptos que, por lo general, van de la mano. El segundo crece con el primero. Además, los dos se retroalimentan. Pero existe otra manera de enfocar esa relación. Lo ha descubierto -o eso dice al menos él- Ken Honda, un economista y escritor japonés especializado en temas de 'coaching' y desarrollo personal.

Honda ha escrito 'Dinero feliz. Descubre el arte japonés para vivir en armonía con lo que tienes', un libro que algunos críticos ya definen como "el método Marie Kondo para las finanzas personales". ¿Y qué propone Honda? Básicamente, que la felicidad no la aporta una riqueza repentina, sino la gestión ordenada y en armonía de la misma, partiendo de una relación sana con el dinero.

Para el gurú japonés, existen dos tipos de personas: las que exponen quejas de manera constante y las que dan las gracias por lo que tienen. Estas últimas son las que tienen más probabilidades de crecer en armonía con sus recursos económicos, lo que a su vez genera más oportunidades de aumentar esa riqueza. Honda considera que las experiencias y las personas son lo más importante de la vida, y que la energía individual y el dinero hay que invertirlo en ellas, ya que son las facetas que más a contribuir a hacer crecer la armonía. Estas son algunas de sus pautas.

El dinero y la personalidad

Honda aprecia cinco personalidades distintas a partir de la relación con el dinero: "El indiferente, el ermitaño, el acaparador, el derrochador y el adicto a crear nuevo dinero". Esa clasificación sirve para conocer qué sensaciones y obstáculos se nos presenta en nuestra relación con el dinero. Conocerlos es fundamental para saber qué nos limita y cómo podemos solucionar esa dependencia.

Cambiar el punto de vista

Un segundo paso hacia la convivencia armónica con nuestros recursos es variar el punto de vista, de forma que podamos "liberarnos del peso de la posesión". De esta manera, la riqueza, en lugar de actuar como un factor limitante, se convierte en un aspecto más de nuestra vida, que contribuye a mejorar nuestra felicidad pero sin ser el más importante.

Dar rienda suelta a las virtudes

Dedicarse a lo que a uno le gusta, sus propia pasión, es la mejor manera de desarrollar nuestro talento. Los trabajadores que más éxito tienen en sus tareas son aquellos que más disfrutan con ellas. Son muchas las personas que, no obstante, hacen carrera en un apartado distinto al que estudiaron o al que deseaban en un primer término, pero que no acaban satisfaciéndolas. Trabajar y crear riqueza, tanto personal como económica, es uno de los pasos más importantes para sentirse a gusto con el entorno.