Ante una situación de necesidad financiera, se inicia un proceso de búsqueda de préstamos que cubran esa necesidad real. Si bien es verdad el tipo de interés, la cuota y el día de pago son lo que más preocupa a quien solicita financiación, hay aspectos que también hay que tener en cuenta a la hora de encontrar aquel que mejor se ajuste a la situación. ¿Qué hay que tener en cuenta antes de firmar un contrato de crédito?

Fíjate en la TAE y no solo en el TIN

El primer paso es comparar y para ello hay que poner la atención en la Tasa Anual Equivalente (TAE) y no únicamente en el Tipo de Interés Nominal (TIN). Si se atiende al TIN, lo que se estará viendo es el precio que el banco cobra por prestar el dinero, únicamente a ese precio que se expresa en forma de porcentaje. Pero el TIN no tiene en cuenta los gastos y comisiones que el préstamo puede tener para el consumidor.

Por eso, a la hora de comparar préstamos es en la TAE en lo que deberemos fijarnos ya que sí expresa el coste efectivo del préstamo, incluyendo ya gastos y comisiones. La TAE será el indicador que muestre si la financiación ofrece unas buenas condiciones en precio frente a otro producto financiero. Además, la entidad financiera está obligada a informar de la TAE en la publicidad del producto, previamente a la contratación y por supuesto, a reflejarla en propio contrato del préstamo.

Comisiones, atención a las comisiones de demora y de amortización anticipada

Además del tipo de interés del préstamo, las comisiones son un elemento muy importante ya que incrementan o incrementarían el coste del préstamo. Aunque hacía tiempo que tanto la comisión de estudio como la de apertura no eran cobradas por la entidad, vuelven a estar presentes. La de estudio, por analizar la solvencia del solicitante y la de apertura por formalizar el préstamo; ambas son un porcentaje del importe solicitado.

Será a las comisiones de demora y la comisión por cancelación anticipada a las que hay que prestar más atención. La primera se aplica cuando el consumidor no atiende a su obligación de pago y está limitada a no superar 2,5 veces el interés legal del dinero en préstamos y en préstamos hipotecarios a 3 veces el interés legal del dinero. La comisión por cancelación anticipada hay que tenerla presente en caso de querer amortizar de forma total o parcial el préstamo. Esta comisión responde a cubrir lo que la entidad "deja de ganar" por el tiempo de vida que le quedaba al préstamo.

No endeudarse más del 30% de los ingresos

Lo ideal es que la cuota del préstamo o de todos los préstamos en vigor no superen el 30% de los ingresos de la unidad familiar y en ningún caso que supere el 40%. Es lo que se conoce como tasa de esfuerzo o tasa de endeudamiento. Ser conocedores de esta tasa hará que se contrate un préstamo con un plazo y cuota que no sitúe al solicitante en una situación de sobreendeudamiento. Además, las entidades analizan esta tasa de endeudamiento a la hora de estudiar el perfil del solicitante, por lo que, si la tasa ya es elevada, el acceso a la financiación se complicará.

Compara costes y beneficios de los productos vinculados

Son frecuentes las ofertas de bonificaciones en el tipo de interés si se contrata un producto vinculado como seguros, tarjetas o planes de pensiones. En este caso, es necesario hacer cuentas y analizar el coste real de la contratación de estos productos y compararla con el beneficio que se obtiene por él.

Principales recomendaciones

Antes de solicitar financiación el consumidor debe tener claro cuál es el importe a solicitar. Qué cantidad de dinero es la necesaria y no solicitar más de esa cantidad ya que de lo contrario acabará pagando intereses por dinero que no necesitaba.

Otro punto importante es ser conocedores de que los minicréditos los otorgan entidades privadas que no están reguladas por el Banco de España sino por la Ley de Consumo.

Y finalmente, que antes de firmar cualquier contrato de crédito, es esencial leerlo detenidamente y conocer todos los rasgos y condiciones del préstamo. En caso de no entender algo, preguntar, rodearse de expertos que puedan resolver sus dudas y no firmar a menos que se haya entendido todo. En resumen, ser consumidores formados e informados, lo que les convertirá en solicitantes responsables de préstamos.