Si algo ya nos debe quedar claro de Mario Draghi, es su valentía. En los más de cuatro años que lleva presidiendo el Banco Central Europeo ha roto los pronósticos de los analistas en más de una ocasión y este pasado jueves lo volvió a hacer. Mientras que los más osados pronosticaban que como mucho anunciaría la compra de bonos corporativos, el paso fue mucho más allá, bajando los tipos de interés hasta el 0% y endureciendo los tipos -ahora claras penalizaciones- que se cobrarán a los bancos por dejar su dinero inmovilizado en el BCE.

Medidas muy contundentes en un momento difícil, porque el parón de Europa -España es una de las pocas economías con un claro e importante crecimiento- coincide con una difícil coyuntura global de ralentización. Esta está definida con graves problemas en los países emergentes, un petróleo que ha agravado los problemas de países exportadores, empresas de extracción y grandes bancos comprometidos con su financiación y por supuesto las grandes dudas que genera la evolución económica China.

En este escenario de tormenta global, las medidas del BCE han sentado bien a los mercados, pero la euforia se irá y quedarán las mismas dudas e incluso más, si estas no son efectivas. A cada paso que dé el BCE, menos margen hay para otras medidas. Metemos la llave al motor para que arranque la economía de la zona euro, pero cada vez quedan menos herramientas para conseguirlo.

¿Qué podemos esperar en el futuro?

Con todo ello, la euforia también ha ido acompañada de buenas noticias del lado del petróleo. Todos estamos viendo en estos días que la gasolina vuelve a subir y lo hace al calor de una subida del precio del barril de petróleo. Esta noticia, que podría antojarse negativa para el consumidor tiene claramente connotaciones positivas y es que el problema del petróleo bajo se ha extendido a otros sectores económicos y convertido en un lastre muy importante para la recuperación global.

Con un petróleo que genere importantes pérdidas se dificultaba las posibilidades de que las empresas del ramo, que generalmente tienen un endeudamiento muy elevado, pudieran afrontar los pagos de importantes operaciones de financiación que afectan a los grandes bancos de forma global. Con lo que, aunque nuestro bolsillo se resienta, tener un petróleo más equilibrado es bueno a largo plazo y por ello se ha consolidado las ganancias de la Bolsa en estos días.

Otra buena noticia la hemos tenido en la relajación de la prima de riesgo claramente impulsada por estos tipos mínimos, aunque sorprendentemente el Euribor a 12 meses tuvo el viernes una subida muy importante que le llevó a saltar del -0,025% del jueves al -0,009%. Esta subida parece una reacción coyuntural ya que todos los analistas pronostican un Euribor en negativo durante muchos meses, aunque nunca rompiendo la barrera del -0,5%.

Con todo ello, lo más importante es que por fin se consiga una recuperación de Europa, especialmente de las economías fuertes de la zona Euro. España crece tras años en negativo fundamentalmente por el consumo interno, pero este no lo hará siempre a las mismas tasas, de hecho se espera una moderada desaceleración en 2016. Debemos vender más fuera y para ello es importante que funcionen bien economías como la alemana y la francesa.

¿Cómo afecta a nuestros productos financieros?

Mientras tienen efecto o no estas medidas, donde si veremos una consecuencia inmediata es en los productos financieros, con un claro perdedor, el ahorrador, y un ganador a medias, el que pida préstamos al consumo, hipotecarios o incluso financie con tarjeta de crédito.

Empezando por el ahorrador, si los tipos de cuentas remuneradas y depósitos a corto plazo apenas alcanzaban un 0,30% en los mejores casos con tipos más bajos veremos como se mantienen en el mejor de los casos o incluso realizan una nueva vuelta de tuerca bajando más la remuneración. Pero los que perderán mucho más son los depósitos a largo plazo. Esta bajada del precio del dinero transmite el mensaje de que los tipos bajos durarán más y por tanto estos productos a 18, 24 o incluso 36 meses serán los que tengan bajadas más claras.

En el lado del dinero prestado sólo verán como sigue mejorando ligeramente las hipotecas y no todas. Las principales ventajas las seguirán notando las hipotecas de diferenciales bajos contratadas antes de 2007-2008. No será raro que durante uno o dos periodos de revisión de tipos de interés (de 12 a 24 meses) se beneficien de tipos de interés entre el 0,2%-0,3%. El resto de hipotecas no tendrá tanta suerte. Las contratadas después del arranque de la crisis porque sus diferenciales son mucho mayores, con lo que sus tipos aunque mejoren, no llegarán a ese punto. Pero peor lo tendrán los que vayan a contratar alguna nueva. Los bancos están desarrollando diferentes estrategias para "proteger" el interés de sus hipotecas: desde las cláusulas cero que ponen como suelo del Euribor el 0%, a tener tramos más amplios (12 a 24 meses) con un tipo de interés fijo alto.

Con respecto a los préstamos al consumo puede haber pequeñas bajadas, pero los tipos siguen siendo altos y en muchas ocasiones con condicionantes como nóminas elevadas, contratación de otros productos. Y lo que no se mueve y da amplios márgenes son las tarjetas de crédito. Con un Euribor negativo la mayoría de las tarjetas tienen tipos de ente el 22%-25% anual, sin que les "afecte" la evolución del precio del dinero.