La dieta mediterránea está abandonando las mesas de los españoles y la situación económica, en parte, es culpable de esta situación. "Cada vez se apuesta más por una alimentación de subsistencia, en la que se incluyen los productos más baratos, lo que hace que se siga una dieta poco adecuada", según el doctor José Abellán Alemán.

Y es que la recesión esta acentuado de forma muy significativa el cambio de hábitos de consumo de los hogares. En este sentido, las familias se aprietan el cinturón cada vez más a la hora de llenar una cesta de la compra donde la carne de cerdo y de vacuno ceden terreno a la de pollo, aumenta el consumo de lácteos y de hortalizas y frutas mientras disminuye el de pescado.

Sin duda, la carne de ave engorda con la recesión y las ventas de estos productos -sobre todo pollo, que crece a un ritmo anual del 3%- logran desplazar de la mesa a la ternera y a los productos porcinos (especialmente jamón serrano), con caídas de hasta el 15 % en período acumulado 2008-2012.

El informe de la Unión de Consumidores de España (UCE) y de la organización agraria COAG desvela cómo los "cambios sociales y demográficos son factores que inciden directamente en el consumo de la carne, sobre todo en tiempos de crisis". La época de las 'vacas gordas' hace tiempo que ha pasado. También lo corroboran las últimas estadísticas del Gobierno central.

El gasto total en alimentación en los hogares españoles ascendió a 67.559 millones de euros entre octubre de 2011 y septiembre de 2012, tan sólo un 0,5% más, según el último panel de consumo del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. La adquisición de alimentos se incrementó apenas un 1 % en el mismo período y se mantiene también en línea con los resultados de hace un ejercicio.

Hace un lustro, una familia gastaba de media unos 4.300 euros anuales en alimentación, frente a los 4.200 actuales, pese al aumento de la inflación. Las marcas blancas (más baratas) ganan terreno y ya abarcan el 40% de los productos vendidos en las estanterías de la distribución. Al caer el consumo de productos cárnicos, los precios también se han desplomado, sobre en origen, que son los percibidos por los agricultores. Gran parte de los productos cárnicos ya valen menos que antes de 2008, según el índice de precios elaborado por UCE y COAG.