La XLII Feria de la Cerámica y Alfarería Popular cerró ayer sus puertas con un resultado agridulce en ventas y en afluencia de visitantes, sin duda, por las tormentas caídas sobre la ciudad en las últimas jornadas.

Para el gremio de ceramistas la cita arroja un resultado satisfactorio en cuanto a público y cifra de transacciones, aunque huyen de hablar de porcentajes. "Hay que sopesar el tiempo y que hemos tenido un día menos porque el jueves cuando estábamos inaugurando comenzó a llover y el viernes también nos llovió por la mañana", remarca Marisa Vergara, profesional zamorana presente en la comisión organizadora. La artesana enfatiza que el debut de tres ceramistas y la renovación del género por parte de algunos compañeros "ha gustado", certifica al tiempo que ejemplifica que "una persona que compra habitualmente cerámica se ha gastado en esta edición 1.000 euros porque ha encontrado piezas muy interesantes". Sobre la afluencia de público Vergara puntualiza que el día más fuerte ha correspondido a San Pedro, como en ediciones anteriores, pero lejos están "los tapones de gente que se preparaban" o las visitas de tiendas de muebles o de clientes de Asturias "que venían a comprar en grandes cantidades".

"Suelo mojado, cajón vacío", manifestaba un alfarero a un conocido que le preguntaba sobre el desarrollo de la Feria. Y parece que el refrán se ajusta a lo que han vivido muchos de los profesionales que han mostrado sus piezas en la plaza de Viriato. "Este año hemos tenido menos público porque el primer día llovió. Podía haber sido una feria normal y finalmente no lo ha sido", afirma sin paños calientes el alfarero Ramón García Casado. "Las previsiones de lluvia han hecho que la gente de fuera posiblemente no se arriesgara a desplazarse hasta Zamora.... consultamos demasiado el móvil", sentencia este profesional que detalla que por la muestra han pasado fundamentalmente gente de la capital y de poblaciones más cercanas. "La clientela habitual siempre es gente de Zamora que valora el barro".