Pues había, parece ser, ganas de ajo. Es lo que se dejó notar nada más abrir la Feria de las Tres Cruces, bien de mañana, por lo que a la hora de la inauguración, a la una de la tarde, los ajeros eran capaces de proporcionar un primer balance: se presenta un certamen con buenas ventas. Era lo que decían Rafael Lorenzo, de Fuentespreadas, Francisco Hilario, de La Bóveda de Toro, o Rafaela Herrero, de Cuelgamures, que cuidaba del puesto del hijo. La calidad del producto que ofrecen los 194 productores presentes en las Tres Cruces es buena, aunque la cantidad sea menor que otros años, según la opinión generalizada, incluida la de la organización y el mismo Feliciano Ferrero (Caja Rural) apreciaba la presencia de unos montones en los 361 puestos (21 menos que el año pasado) por lo general más reducidos que en ediciones anteriores.

El día era fresco y sólo los más valientes se atrevían con la manga corta, y aunque amenazaba lluvia en muchos momentos se salvó la jornada con cierta comodidad. De hecho las previsiones apuntaban una alta probabilidad de lluvia para la tarde de ayer y ciertamente amagó, pero se salvó el día. Y para hoy predicen lo mismo, probabilidad de lluvia durante prácticamente toda la jornada con un 55% de probabilidad. Aunque la mayoría de los ajeros están preparados para esta circunstancia, con la colocación del producto sobre palés y las lonas a mano por si toca cubrir los montones, la verdad es que no es el agua el mejor amigo del emblemático producto y por supuesto, mejor seco que mojado, aunque a estas alturas esté todavía bastante verde.

Este año las ferias viven unas circunstancias raras, ya que por el calendario se han quedado casi solas en el programa y de hecho eran muchos los ciudadanos que esperaban a los ajos en la jornada del miércoles, en lugar del jueves. Quizá por ello la gente especulaba un poco menos de lo habitual y rápidamente cerraba las operaciones a unos precios similares a los de los últimos años: ristras a cinco euros, que subían a seis en el caso de que las cabezas fueran más gordas, bajaban a cuatro si eran un poco más pequeñas e incluso había ofertas de dos por cinco euros para los de menos calibre.

La cebolla, con mucha presencia, estaba también barata: a un euro la manada de tres e incluso de cuatro ejemplares. Un producto, por cierto, muy demandado también por la clientela, que aprecia su calidad, aunque duren menos que la del ajo.

Fue a la una de la tarde cuando se congregaron las autoridades en la portada de entrada de la Feria, en la confluencia de Tres Cruces con la Amargura. El alcalde, Francisco Guarido, con el teniente de alcalde Antidio Fagúndez y varios concejales, cortaba la cinta con el presidente de Caja Rural, Nicanor Santos Rafael y su director general, Cipriano García, en presencia de las principales autoridades y todos juntos disfrutaban de la actuación folclórica del Grupo de Coros y Danzas Doña Urraca.

Hoy a la una de la tarde se clausura oficialmente la feria con la entrega de los premios a las ristras y montones, aunque la previsión es que haya puestos que continúen durante la jornada del sábado. El permiso de la autoridad está, sólo falta que lo permita el tiempo. Y que queden ajos, claro.