Cuarenta y siete por doce meses ¿Cuántos días suman? Muchos de los nacidos actualmente no lo habían hecho en esa época. Ni siquiera estaban en proyecto. A otros, les salieron los dientes con el acontecimiento. A algunos, nos ayudó en nuestro desarrollo cultural como un acontecimiento musical sin precedentes. A todos los zamoranos, les propongo que piensen en términos de 47 años. Parece una cifra mítica ¿No es cierto? Nuestra imprescindible y familiar Feria de la Cerámica, suma 46 ediciones. Ambas fechas, ambas celebraciones, y en definitiva, ambos iconos resultan indispensables en San Pedro. Son el santo y seña de las esperadas Ferias y Fiestas en torno al entrañable número veintinueve: el día grande. Fecha de uno de nuestros más reconocidos patrones, sin duda, al más festero.

Efemérides en la que la corporación municipal hecha el resto, como lo hizo desde los orígenes a través de aquella legendaria Comisión de Ferias y Fiestas que se puso en marcha el año 1971. Ahí nace el Festival Flamenco de Zamora, con los geniales cantaores: Fosforito, Naranjito de Triana, Chocolate y José Menese. ¡Buen cartel!

Festival, el de este año, de formato clásico, eso sí con cinco cantaoras y cantaores, además de cuatro excelentes guitarras, un atractivo cuadro de fiesta, y los correspondientes palmeros. Quince artistas sobre el escenario de la Plaza de la Catedral. Volvemos a lo habitual después del pasado año en que se hizo actuación de un solo artista como consecuencia de las elecciones.

Además, la presentación correrá a cargo del mejor periodista de nuestra comunidad y gran aficionado, Celedonio Pérez. El extraordinario cartel es obra de Antonio Martín Alén (Cañivano) y en la indispensable intendencia, como siempre, la caja de todos los zamoranos. Nuestra Caja Rural.

Dos representantes de la segunda edad de oro del flamenco. Prácticamente los dos únicos que nos quedan. Un cantaor en su recta final para impartir docencia y dos artistas jerezanos raciales y meritorios. Un excelso coctel que a poco que se prodiguen marcarán otro hito del flamenco zamorano.

El Cabrero, poco o nada que decir de este carismático cantaor. Grande entre los grandes, con una trayectoria artística que lo hace el más primordial en cualquier evento flamenco de altura.

La excelsa María Vargas. La única voz femenina viva de la añorada y comentada segunda Edad de Oro de la historia jonda. Ella brilló con luz propia, como lo sigue haciendo aún, en ese privilegiado momento histórico formando un ramillete de estrellas femeninas formado por La Paquera, La Perla de Cádiz, Fernanda de Utrera y La Niña de La Puebla. Un gran privilegio, una gran oportunidad para disfrutar de esta magna diosa sobre el escenario de uno de los decanos festivales del mundo.

Manolo Simón, jerezano atípico por la largura de sus facultades y conocimientos. Además de la ilustración flamenca de la misa, nos hará un Festival para el recuerdo. Ayer ya di cuenta de él.

Y, para los degustadores de lo exquisito tenemos la mejor versión de la familia Agujetas. Sin ninguna duda, Diego. El superior representante de esa sacrosanta casa cantaora, por arte y por saber estar en la vida. Lo volveremos a degustar paladeándolo despacio, a altas horas de la noche con la Torre del Salvador al fondo. ¡Qué gran placer y disfrute! Estará acompañado de su sobrina Amparo. Ambos, depositarios del mejor cante racial, pondrán las notas más categóricas de los sonidos negros y la jondura enduendada. La mejor representación posible de esa ilustre saga étnica germinada y madurada en las entrañas de La Plazuela.

Todo ello estará aderezado por las mejores guitarras flamencas del momento. Los maestros Pascual de Lorca, Alberto San Miguel, Manuel Herrera y Juan Manuel Moneo con los palmeros Luis Santiago y Juan Peña.

Además, el cuadro de baile conformado por los nietos del Tío Juane -el último fragüero jerezano- Pedro y Manuel Garrido con la bailaora María José Franco.

¡Casi nada, para engrandecer la nómina de éxitos de este Festival, orgullo de los zamoranos!