El flamenco es lo que tiene, que se cuela por puertas y rendijas y hace carne en las entretelas. Así le pasó a José Pascual Ruiz (Pascual de Lorca) que de niño escuchó y se atrevió a decirlo una tarde en su Lorca natal: "quiero ser guitarrista" (¿). No hubo oposición. Aprendió lo que pudo y después se graduó en Andalucía. La cátedra la sacó con el tiempo y tras muchos recitales. Hoy está entre los primeros de la clase. Pasa su vida entre Suiza (allí forma parte de un grupo de músicos que protagonizan diferentes espectáculos a lo largo del año) y España. Mañana actúa en Zamora. Acompañará a Manolo Simón (también en la Misa Flamenca de esta tarde), Diego Agujetas y María Vargas. Zamora no le es extraña, toca como en casa y cultiva la amistad del tocaor de la tierra Antonio Regalado.

-¿La vocación de guitarrista es una alte rnativa a la frustración por no poder ser cantaor?

-No, al menos en mi caso, no. Desde niño siempre quise ser guitarrista, nunca ansié ser cantaor (sería imposible porque no tengo facultades).

-¿No hay término medio?

-Ha habido cantaores que han tocado la guitarra. Juan Breva lo hacía muy bien. Fosforito también era muy aficionado. Camarón se acompañaba con gracia. Ahora está Ricardo Fernández del Moral, ganador de la Lámpara Minera...

-¿Tienen los tocaores el protagonismo que se merecen?

-Yo creo que sí. Ahora seguramente más que nunca porque el guitarrista suele ser muy profesional.

-¿No hay "celillos"?

-Qué va. Cada uno cumple su papel. Aquí no ocurre como en el mundo de los toreros, que algunos que no pueden triunfar acaban de banderilleros. Aquí están bien definidos los papeles, no hay frustración. No nos sentimos en segundo plano. Es como es.

-¿Es cierto como dicen algunos que estamos viviendo la edad de oro de la guitarra flamenca?

-Puede ser. Se nos ha ido el icono más alto, Paco de Lucía, pero seguramente por él, hoy el nivel es muy alto.

-¿Le deben mucho a Paco de Lucía?

-Sí, sí, claro. Fue el mejor y además consiguió que su reconocimiento transcendiera. Que los músicos internacionales aplaudieran su valía. Allí donde iba era conocido, era un genio, que logró que todo el mundo lo admitiera como tal. Algo nada fácil. Elevó la guitarra flamenca a su máximo nivel.

-¿Usted es un guitarrista insólito, no. No me diga que es normal que se pase todos los años actuando varios meses en Suiza?

-Llevo siete años. Desde 2013 he estado mucho en Suiza. Estoy en un grupo de baile. Somos ocho músicos y dos guitarras. Hacemos un poco de todo. En otoño siempre me voy a mi segunda tierra.

-Cómo va su primer trabajo?

-Ya tengo seis temas completos. Estoy en la fase de recopilación, recogiendo lo mejor de cada palo, va a tener un poco de todo. El cantaor Julián Lago está detrás del disco

-¿Ha evolucionado la guitarra cómo otros instrumentos musicales?

-Lo cierto es que el guitarrista tiene que estar cada vez más preparado. En el caso del acompañamiento no ha cambiado mucho, pero la guitarra convive con otros instrumentos y hay que estar preparados.

¿ Y el flamenco?

-Se mantiene. La crisis de la cultura también ha influido. Ha habido menos festivales (lo de la peña Amigos del Cante de Zamora es un milagro). El jondo sigue teniendo su publico.

-¿Y el "flamenquito"?

-Ahí está. Ahora ya no se hacen palos de flamenco, se hacen temitas. Pero hay que respetar. Siempre hay público del "flamenquito" que acaba en el flamenco.

-¿Zamora?

-Es un baluarte del flamenco. He tocado muchas veces, ahora hacía varios años que no iba. El festival, 47 ediciones, tiene un mérito enorme, aquí abajo es difícil encontrar alguno con tanta solera.