Empieza la rutina escolar y, con ello, la organización semanal de los deberes y las actividades extraescolares. En ocasiones, el tiempo para realizar las tareas del colegio termina siendo el "tiempo liberado" que queda entre la clase de inglés y el entreno de fútbol, el rato de espera antes de entrar en€, la media hora restante tras terminar€ Los deberes precisan de un tiempo como actividad en sí, un tiempo pensado y hablado igual que el resto de actividades.

La primera ayuda que pueden prestar los padres a sus hijos es precisamente la de decidir qué actividad extraescolar puede ser interesante realizar semanalmente o quincenalmente teniendo en cuenta que, como tal, convive con otros tiempos además de los deberes: el tiempo de ocio, el juego, la merienda, la cena, etc., con el objetivo de descargar las agendas, convertirlas en "programas" reales y velar por tener espacios de calidad.

Dicho esto, veamos qué otros consejos pueden ayudar al adulto a acompañar la actividad diaria relacionada con los deberes de su hijo.

Los deberes son del niño, él tiene que conocer su agenda

Los padres, como es natural, se informan sobre la carga de trabajo que tienen sus hijos, las asignaturas que han llevado a cabo durante el día, los contenidos a trabajar, etc. Para ello siempre recomendamos que sea el niño quien lee la agenda y lo explica a los padres, no al revés. Es habitual encontrar a madres y padres que toman la agenda, revisan los ejercicios/lecturas, estructuran el tiempo ("que haga las mates ahora y luego que haga el ejercicio de lengua") y lo comunican a sus hijos, siendo por tanto los hijos exclusivamente receptores de la información y perdiendo así la opción de liderar parte de su propia organización.

Es esencial que el niño tome la responsabilidad de conocer con exactitud qué debe hacer y, para ello, resulta de gran ayuda que lo explique a sus padres. El hecho de tener que volver a mirar el libro, intentar recordar por qué motivo había apuntado la tarea, en qué página exactamente se encuentra, qué necesita para hacerlo, etc., es la base de su motivación de trabajo. Los padres, paralelamente, pueden ayudarle a estructurar toda esta información por medio de preguntas concretas:

- Explícame qué deberes has anotado en la agenda

- De estos que has anotado, ¿cuál es el más urgente?

- ¿Cuándo crees que podrías hacer las otras tareas? ¿Hoy u otro día?

- ¿En qué consiste este ejercicio que te han pedido? ¿Qué te han explicado hoy en clase que tenga que ver con el ejercicio?

- ¿Y qué párrafo tienes que leer para mañana?

Si se solucionan las dudas, la tarea cobra sentido

Uno de los grandes errores a la hora de hacer los deberes es realizarlos de modo mecánico sin realmente entender qué está pasando ("sé que ahora tengo que sumar estas dos cantidades pero no entiendo el porqué"). Por ello, dedicar un tiempo a la lectura y revisión de la materia en cuestión antes de hacer el ejercicio, es esencial.

Los niños muchas veces no tienen paciencia para ello. Es importante que les enseñemos a realizar lecturas en las que comprendan los contenidos. Un buen modo es pidiéndoles nuevamente que nos expliquen lo que han leído. Si no han prestado atención, deberán realizar una segunda lectura consciente en la que, sin duda, activarán habilidades mentales como la atención, la focalización, la pausa, la interrelación de conceptos, la memoria, etc. Una vez terminado, el niño ya habrá entrenado una lectura consciente. Por supuesto, él deberá aprender a hacer esta lectura solo, poco a poco. Una recomendación que podemos darles es: "Lee el párrafo imaginando que luego se lo tendrás que explicar a tu amigo para que pueda entenderlo. No hay prisa, lo importante es que se lo puedas explicar bien".

Asimismo, es importante recordar al niño que, cuando esté realizando un ejercicio y aparezca una duda, no vale la pena dejarla pasar, es mejor buscarla (a ser posible) o preguntarla. Por supuesto, también es interesante que el niño aprenda a clasificar los tipos de dudas:

- Dudas que no dificultan entender el ejercicio.

- Dudas que dificultan entender el ejercicio a pesar de poder seguir con él.

- Dudas que impiden seguir con el ejercicio.

- Dudas que se despiertan sobre otros temas relacionados.

Las dudas no tienen que boicotear el hecho de avanzar en el ejercicio (tengo tantas dudas que no sé por dónde seguir), al contrario, guían, encuentran un camino, acompañan en el aprendizaje. Trasladar esta idea constructiva sobre la resolución de dudas evita el bloqueo y ofrece herramientas al pequeño para buscar una solución a su problema.

Deberes sí, tiempo de ocio también

Los niños tienen que saber que, además del tiempo para realizar los deberes, dispondrán de un tiempo para descansar y pasarlo bien (un tiempo acotado conocido desde un principio). Además, el niño necesita especialmente un tiempo de desconexión al salir de la escuela y, si es posible, que dicho tiempo vaya de la mano de actividad física (andamos hasta casa, merendamos en el parque, jugamos un ratito antes de volver, etc.). Esto parece muy obvio pero la realidad es que no siempre sucede. La motivación y la capacidad de atención van de la mano de los elementos mencionados. Recordarlo nos ayuda a empatizar con los pequeños, modular la exigencia y recordar algo importante cuando todo falla: "Mañana será otro día".

Mª Teresa Mata Massó

Instituto Mensalus. Psicoterapeuta formadora en el entrenamiento de la Inteligencia Emocional presencial y online