A diferencia del esplendor burbujeante de la primera cita, el segundo concierto del Pórtico 2017 se inició frente la intimidad de un músico a solas con su instrumento. El diálogo planteado por Adolfo Gutiérrez Arenas abarcaba una extensión temporal mucho mayor que la del concierto de la víspera, que planteaba dos variantes nacionales distintas dentro de un mismo estilo barroco. En las manos de Arenas, la música de Bach se relacionaba con dos de sus epígonos en los siglos XX y XXI: Benjamin Britten y Adolfo Gutiérrez Viejo. El célebre organista se encontraba presente en la sala, por lo que pudo disfrutar del generoso aplauso con el que el público zamorano acogió sus dos composiciones, los llamados "Veränderungen" número 4 y número 6. Este último, escrito en 2016, era estreno absoluto, mientras que el primero se escuchaba en nuestro país por primera vez. Para el público resultó interesante percibir cómo la escritura empleaba recursos habituales en la música contemporánea, como las dobles cuerdas con sonido flautado de la Passacaglia o el glissando de octava con pizzicato en la Giga, los dos elementos sobre los que se desplegaba la construcción de la pieza. En las dos obras destacó la capacidad del compositor para conjugar la modernidad del espectro sonoro y de la línea melódica con ecos del impulso rítmico del barroco.

Adolfo Gutiérrez Arenas es un notable intérprete de Bach, en el que destacan la naturalidad del fraseo, la sobriedad dinámica y una gran elegancia. Su Cuarta suite destacó por un movimiento menudo y fresco de agilidades y figuraciones veloces, mientras que en la Sexta el músico encontró ciertas dificultades, pero conectó con gran profundidad con el fraseo y espíritu de la obra en los tiempos lentos, especialmente el final de la Zarabanda.

El concierto culminaba con la extensa Suite para violonchelo número 3 de Benjamin Britten, una obra de gran envergadura e interés, que exigía un cierto esfuerzo de concentración a los oyentes. El intérprete se mostró más cómodo en la afinación moderna del instrumento, desgranando con gran expresividad los distintos elementos que se conjugan en la suite, llena de citas de muchas de las obras musicales que componían el bagaje artístico del famoso cellista Mistislav Rostropovich, dedicatario de la pieza. Entre las obras citadas en la página britenniana se encontraban también las dos danzas de las suites 5 y 1 de Bach, que el músico decidió ofrecer de propina ante el entusiasmo del público.