Lo vio muy claro una tarde de membrillo paseando junto al Duero. Este río es mentiroso, no lleva agua, por debajo hay vino, y sus lodos esconden los pulgares más seminales de las cepas, se dijo. Se lo contó a Fernando Bianchi de Aguiar y así, de una revelación, nació la iniciativa Duero-Douro. Lleva 14 años clamando en España y Portugal por el reconocimiento universal "de uno de los ríos vitivinícolas más importantes del mundo", reserva viva de variedades y castas únicas, un espacio que tiene mucho que ofrecer, que enseñar al mundo, un paraíso de enoturismo por su historia, su patrimonio artístico, sus paisajes y su cultura singular.

Juan Andrés Blanco participa el viernes en la I Jornada Internacional de Enoturismo (Fundación Rei Afonso Henriques, a partir de las cinco de la tarde) que organiza LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA. El impulso del turismo del vino tiene que venir de las administraciones de España y Portugal, de las calificaciones de calidad, de los propios bodegueros y de los viticultores. "Aislados no podemos", apunta Juan Andrés Blanco, quien advierte que "o lo hacemos nosotros o nos lo hacen". "El Duero es nuestro elemento diferenciador y tenemos que aprovecharlo"

-El Duero ha sido frontera histórica, límite entre civilizaciones, la cristiana y la musulmana, ¿qué supone para el mundo del vino?

- El Duero es un elemento común, que une el mundo del vino de España y Portugal. Es uno de los ríos vitivinícolas más importantes del planeta. Y eso tenemos que aprovecharlo para dar a conocer nuestras producciones. Aquí reunimos una reserva de vides muy importante, un conjunto de variedades y castas que supone una riqueza inigualable. El río ha sido frontera, pero también ha servido para unir.

-De ahí su empeño en conseguir una marca especial, una oferta conjunta que reúna producciones de Castilla y León y también de la región norte de Portugal.

-Sí. Hemos organizado 14 encuentros en común y más de 10 cursos. Los portugueses están muy interesados. Fernando Bianchi ha impulsado la iniciativa. Se produjo una conexión inmediata. Los especialistas que vienen de fuera nos lo dicen: aquí tenéis la marca hecha, solo es cuestión de aprovecharla.

-¿Vender bajo la misma mención?

-Producir se puede producir mucho más. Tenemos calidad, singularidad. Vinos con cuerpo, elegantes. El problema es vender. El Duero tiene una riqueza impresionante: paisajística, cultural, patrimonial, monumental, artística, gastronómica. El campo abonado para el enoturismo. El Duero une dos países, dos maneras de hacer y por eso la vitivinicultura que cobija tiene una variedad tan impresionante.

-¿Qué tiene que ver un Ribera con un Oporto, con un Toro?

-Ese es el gran atractivo, la variedad. Reunimos un plantel de menciones de calidad únicas. Oporto, la DO internacional más antigua; la elegancia de los Ribera, el cuerpo de Toro; los blancos de Rueda, los vinos verdes portugueses, los espumosos de ambos lados de la Raya.

-Pero si todo es tan evidente, ¿por qué no ha cuajado el proyecto Duero-Douro?

-Hay muchos intereses. Curiosamente Oporto nunca se ha opuesto al proyecto. En el mundo globalizado en el que vivimos la aspiración tiene que ser traer a la zona gente de Madrid o Lisboa, pero sobre todo de otros países. Los visitantes tienen que venir a ver una bodega o varias, pero también hay que ofrecerles el paquete completo, una experiencia en común que nos define, todas nuestras riquezas.

-Pero insisto, ¿por qué fracasó?

-Es difícil poner de acuerdo a un sector tan amplio, integrado por cooperativas, bodegas privadas, instituciones públicas, consejos reguladores, asociaciones gastronómicas. No es fácil coordinar todo ese conglomerado.

-Las calificaciones más grandes nunca mostraron gran interés por la iniciativa.

-Los portugueses siempre se mostraron interesados, incluso pusieron en marcha con éxito algunas iniciativas enoturísticas: organizan catas en las bodegas, tienen tiendas, programan rutas. Pero, es verdad, que Ribera nunca apostó por esto. El festival, después de que todo el mundo se volcara en Zamora, quedó en nada. Pero nosotros hemos seguido organizando actividades todos los años. Este año toca Portugal.

-¿Ribera va por libre?

-Ha iniciado un proyecto de enoturismo con muchos medios. Tienen potencial, están preparados porque esta DO cuenta con grandes bodegas, pero creo que ganarían más en el conjunto del Duero.

-¿El enoturismo tiene posibilidades en esta provincia?

-No tenemos un desarrollo significativo. Tenemos muchas cosas por hacer. No hemos sabido atraer a un número considerable de turistas. Es verdad que, por ejemplo, hacer rutas del vino solo en Arribes, por ejemplo, es difícil. Tenemos que ser conscientes de que aislados no podemos actuar. Y como tenemos un elemento de identificación, tenemos que usarlo. Un ciudadano chino, por ejemplo, no puede venir aquí dos días. Necesita un programa de visitas amplio y para eso se necesita coordinación, colaboración.

-¿Cómo se puede extender el turismo del vino?

-Seguir manteniendo las relaciones, poner experiencias en común; analizar conjuntamente los elementos de elaboración. Empujando primero deben estar los gobiernos y detrás, pero en el mismo carro, los consejos reguladores, las bodegas. Es preciso implicar también al turismo rural, al gastronómico. Es posible lograr ayudas europeas. La Junta tiene un plan especial, Toro lo está intentando con vistas a Las Edades, pero hay que buscar la unión, la coordinación. La calidad del vino garantiza el futuro, el que estemos trabajando con una actividad de ocio también ayuda a unir. Si no lo hacemos nosotros, nos lo van a hacer. Hay que adaptarse a los nuevos gustos.

-¿Pero no se corre el riesgo de perder calidad, singularidad?

-No, no. Tenemos que conservar lo que nos distingue, seguir elaborando los vinos de siempre, pero buscando también la innovación. Toda esta actividad unida al Duero, el sello de distinción. Tenemos que buscar otros mercados, el de los jóvenes, conquistar sus gustos con nuevas creaciones. Se puede hacer.

-Usted es presidente de la DO Arribes, ¿tiene futuro una denominación de origen tan pequeña?

-Sí, porque tenemos unos vinos muy peculiares. Contamos con variedades únicas: Juan García, rufete, bruñal, aunque somos conscientes de nuestras limitaciones en estructuras empresariales. Tenemos que buscar el equilibrio entre mantenernos y renovarnos, esa es la clave.

-¿Cómo se justifica que hayan solicitado incluir la syrah entre sus viníferas?

-Sería como componente mínimo. Tenemos unos vinos minerales excelentes. Lo único que queremos es buscar un pequeños añadido que sea mejorante.