Con una evidente simpatía y enormes ganas de hablar de su pasión por la música medieval, María Jonas nos conduce al origen mismo de su vocación. Fue en la ciudad alemana de Colonia, entonces tenía muy pocos años. Cuando buscó un referente, tuvo que caminar poco. Unas casas más allá de la suya vivió en el siglo XII la polifacética Hildegard von Bingen, cuyos temas interpretará el próximo viernes (22.00 horas) en la Catedral de Zamora junto a Manuel Vilas, dentro de la cuarta edición de Domo Musical.

-La imagino en su ciudad natal, Colonia, cantando desde muy joven, ¿acierto?

-Empecé a cantar cuando tenía dos años. Estudié oboe y a continuación me fui a Venezuela, donde aprendí a hablar español. En Hispanoamérica me dije que tenía que hacer carrera como cantante. Regresé a Colonia y rehusé estudiar música clásica o romántica. En Londres encontré a una profesora fantástica y me decanté finalmente por la música de la Edad Media

-¿Por qué dijo "no" a la música clásica?

-La música clásica ya la conocía a través del oboe. Un amigo me envió un disco de Hespèrion, el grupo de Jordi Savall, que me gustó mucho por la forma en la que interpretaban. Entonces no tenía claro que quisiera dedicarme a la música medieval, pero de regreso a Colonia conocí a Bárbara Thornton y su grupo Sequentia, y entré en contacto por primera vez con Hildegard von Bingen.

-Conociendo a Jordi Savall, seguro que le llamó la atención tanto la música como su pasión por viajar en el tiempo?

-Exacto. Jordi dice que la música antigua no es un museo, la hacemos y escuchamos hoy. En este mundo había más libertad para mí como persona creativa. No me gustaba que el director de la orquesta me dijera cuándo era mi turno para intervenir, sino poder actuar e improvisar.

-Usted es conocida por interpretar el papel de la "trovadora". ¿En qué consiste?

-Las trovadoras fueron mujeres que hicieron lo mismo que los trovadores hombres, escribir poemas para cantarlos. Se conocen algunas, pero apenas su música. Siempre se dijo que las mujeres no eran artistas y no era verdad. Para saberlo hay que investigar y estudiar. Los textos son antiguos, pero guardan mensajes para nosotros y yo busco estas claves. También me he interesado por la música litúrgica, la que se interpreta en los monasterios para entenderla y adaptarla. En Zamora, como el concierto es a las diez de la noche, he incluido lo que los monjes llaman las "completas", es decir, el último canto del día antes de irse a dormir.

-Barbara Thornton le descubrió a Hildegard von Bingen, un personaje polifacético, fascinante. ¿Qué significó la abadesa alemana para usted?

-Es muy fácil. Hildegarda vivía no muy lejos de mi casa, aquí en Colonia. Es la parte de Alemania denominada Renania. Cuando buscaba repertorios para mi canto, me convenía que fuera una mujer como yo y que su música tuviera relación con las iglesias románicas de Colonia, donde hay una docena. El románico, del siglo XII, fue contemporáneo de Hildegarda. La acústica de estos templos es muy buena. No podemos saber cómo cantaban en la época, pero la acústica nos ayuda a imaginarlo.

-¿Qué le llamó la atención de su vecina Hildegarda?

-Ella era un genio de su época. Escribió música, libros... era un personaje universal con un poder enorme. Se carteaba con los reyes y los papas, incluso criticándolos. Fue una mujer muy fuerte a pesar de no tener una vida fácil, principalmente por su oposición al Episcopado de Maguncia. Era un personaje extraordinario, como el Steve Jobs de la época. Hoy en día no hay figuras que destaquen, no en una disciplina solo, sino en muchas.

-¿Cómo era la música de la abadesa?

-Es muy interesante porque utilizó todos los medios disponibles en la época y fue más allá. Buscó melodías más agudas que las que existían en el gregoriano a través de un sistema revolucionario.

-Ella decía que esa música le era dictada por Dios a través de revelaciones místicas, ¿qué opina?

-No sabemos lo que pasó ni imaginarlo desde nuestra época actual. A lo mejor ella lo creyó así realmente. Como mujer, no tenía otra alternativa. Era una monja con menos derechos que los hombres y esta era la única posibilidad para escribir y dar a conocer sus partituras.

-Escuchar su música es una experiencia que nos lleva a pensar en Hildegarda ascendiendo a los cielos. ¿Lo ve así?

-Sí y no. Como decía antes, lo más importante es la acústica. Hoy en día, estamos investigando las verdaderas tonalidades. Las grabaciones se toman considerando las notas de Hildegarda como absolutas, cuando realmente eran relativas.

-Háblenos de su experiencia con Bárbara Thornton, fundadora del grupo Sequentia junto a Benjamin Bagby.

-Cuando Bárbara murió, en 1998, no volví a cantar con Sequentia. Fue una época muy intensa y ella me enseñó a cantar a Hildegard. Aprendí mucho, pero ahora canto diferente. Es normal. Para mí fue el inicio en la música medieval. También aprendí algo fundamental para mí: la improvisación. Ensayar, sí, pero dejar que pasen cosas que no esperas en el concierto. Hay cantantes a quienes no les gusta esto.

-¿En qué discos de Sequentia canta los temas de Von Bingen?

-Participé en proyectos como Ordo Virtutum y O Jerusalem. En aquella época, Alemania tenía más dinero para la cultura. Bárbara buscó a sus cantantes siempre en Estados Unidos y eso ahora es imposible. Los americanos cantan diferente a los europeos, algo más fuerte.

-¿Qué le gustaría que los zamoranos percibieran de su concierto el próximo viernes?

-Imagino que no han escuchado a Hildegarda y que tampoco conocen demasiado la música medieval alemana. Les invito a que hagan un viaje conmigo en el tiempo y a otro país.