Con el revuelo de las elecciones aún latente y la palabra pacto resonando en las calles, el otro día vino a mi cabeza uno de los episodios de la bien ponderada serie «House M. D.» Concretamente aquel en el que un político en plena campaña cae enfermo y se convierte en paciente del ácido doctor interpretado por Hugh Laurie. House debe diagnosticar con acierto a un personaje respetado por el pueblo que, sin embargo, esconde una secreto crucial para su salud bajo su intachable imagen de hombre moderno y con profundos valores morales. Una mentira que puede llevarle a la tumba o acabar con su carrera gubernamental.

En plena vorágine de tratamientos, reacciones y nombres impronunciables, la ya acabada obra de David Shore plantea por enésima vez la importancia de la verdad en cruciales momentos de nuestra vida. La necesidad de eliminar superfluos obstáculos para solventar problemas de calado. Y ese, ese debe ser el punto de partida de cara al futuro para el Balonmano Zamora tras descender de la Liga Asobal.

No haber conseguido la permanencia es para el MMT Seguros un fracaso. No un descalabro, ni un desastre pero sí una mala temporada. Una realidad que se argumenta en un único y claro motivo, no se ha alcanzado el objetivo fijado para esta campaña. Así lo sintieron los jugadores, cuyas lágrimas expresaron la humilde sensación de haber fallado a la causa de un club también disgustado que, cuando cicatricen sus heridas y termine de digerir este amargo trago, tendrá que emular al peculiar médico de la tele y su habitual rutina de cada episodio.

Directiva y cuerpo técnico, en el que seguirá un García Valiente que suele sacar jugo a las derrotas, deberán de analizar lo ocurrido este año en el capítulo deportivo. Los posibles fallos, desde la planificación a la composición de la plantilla, que se hayan podido cometer para pensar en su solución y volver a contar con unos «Guerreros de Viriato» en su mejor estado de forma. No hará falta que se pongan la bata o escriban en una pizarra como hacían House y su equipo, pero sí que deberán acertar con más celeridad que el ficticio grupo de médicos del Princeton-Plainsboro, acostumbrado a un carrusel de tratamientos para llegar a una conclusión. Y es que, en División de Honor Plata, el caché de los rivales no permitirá demasiado tiempo para poner en práctica el método hipotético deductivo, ese ensayo-error, que permitía al drama médico desarrollar otras tramas y rellenar minutos en cada emisión.

Si se opera con éxito, tomando el fracaso como realidad, el Balonmano Zamora podrá tener el mismo final que el enfermo del episodio al que me refería. Un desenlace curioso en el que, una vez acabada su carrera política, Joe Morton ponía en tela de juicio la obsesión por la perfección y la superioridad de House con una frase que, años después, aún recuerdo: «¿Usted piensa que la única forma de cambiar algo es ganar siempre?»

Es cierto, el MMT Seguros no pudo mantenerse en la Liga Asobal, pero ¿su derrota no ha cambiado nada? En realidad, esta última campaña deportiva no puede eclipsar lo hecho este y otros años por el Balonmano Zamora y tanto su evolución como la de su ciudad. Especialmente este año. Un club capaz de ser el cuarto con mayor ocupación de asientos en su pabellón en su primer año en la élite, de aumentar su masa social notablemente y de competir frente a grandes presupuestos con hombres de la casa puede haber perdido pero ha marcado un camino a seguir. Una filosofía que los aficionados, con una emotiva e increíble despedida el pasado sábado, han celebrado. El aplauso confirmó que es mejor gastar dinero en la cantera, en jugadores con proyección, apostar por los que tienen ilusión y se dejen la piel por unos colores y una localidad. Que esto es mejor que pagar sumas escalofriantes por conservar un estatus sin contar con la base, arriesgándose a ser el vigésimo tercer club en desaparecer de los 46 que han jugado en Asobal, sin aportar valores ni vínculos más allá del saldo aséptico de los marcadores. Pese a la derrota, el balonmano en Zamora avanza porque está cambiando las cosas. Porque se ha hecho un hueco en el corazón de la ciudad.

El Balonmano Zamora ha dado el primer paso para el cambio y ahora, desde la derrota, debe seguir progresando. Seguirá dependiendo de las instituciones, de los socios y de las empresas para mantener sus categorías inferiores. De ellos también dependerá si se puede hacer incorporaciones de alto nivel para que la entidad mantenga un grupo de tanta calidad y espíritu de trabajo como el que ha tenido hasta ahora. Estará, principalmente, en manos de aquellos que no opten por medios nacionales para su publicidad, de los que crean en proyectos locales que representan una localidad, que identifican a sus habitantes. A ellos se tendrán que supeditar sus próximas decisiones. Recordando que, como tras las elecciones, siempre se pueden obtener conclusiones positivas de un mal resultado. Porque el fracaso no ha de ser final, sino inicio de un proceso, de una transformación. Puede ser el primer paso hacia un nuevo éxito.