Salud y bienestar físico, mejora de la calidad de vida y alivio del dolor. Estos objetivos y retos del Estudio de Pilates Kokoro, que conllevan una constante formación y evolución de su personal, persiguen que el alumno alcance un movimiento eficiente, siempre desde su propia implicación en la obtención de ese beneficio y la consecución de una buena alineación de su cuerpo, explica la directora, María Ángeles de Arriba Barragán. La cercanía en el trato y la atención personalizada y profesional caracterizan el trabajo desarrollado en este Estudio, situado en la calle de El Santo, número 8 de la capital, que pivota sobre las necesidades de cada persona que acude en busca de ayuda y en obtener resultados para mejorar su salud, su movilidad y para tener un equilibrio postural. "Mi pasión es ver cómo a través del movimiento cambia y mejora el cuerpo de las personas, cómo se encuentran mejor consigo mismas", agrega esta profesional que domina técnicas variadas, que pone en práctica en sus clases, desde el pilates, al movimiento funcional, la Yamuna Bodyrolling o la liberación miofascial. Y, por supuesto, se trabaja también el entrenamiento personal para quienes precisan una recuperación por alguna lesión.

"Estás con tu cuerpo, tu mente y tu profesor" y es "a través de la conciencia corporal cuando tu salud puede mejorar", añade la profesora y directora del Estudio de Pilates Kokoro, María Ángeles de Arriba Barragán. Por ello, una clave esencial es la implicación personal del alumno en el trabajo, otro objetivo imprescindible para proporcionar una respuesta acorde a las necesidades detectadas en cada alumno. Y es que desde el Estudio de Pilates Kokoro el objetivo es claro: "que la persona mejore" y lo haga "a través de su implicación en el cuidado de su salud, enseñarle a cuidarse para que se sienta mejor, que tenga en cuenta que el trabajo es de mente y de cuerpo, de concentración y control del cuerpo".

El trato personalizado que recibe el alumno del Estudio de Pilates Kokoro parte de una valoración funcional, individualizada, del alumno, del movimiento corporal, para detectar las necesidades, identificar los mecanismos que generan el dolor y la disfunción, los problemas musculoesqueléticos, y diseñar un programa de entrenamiento para intentar aliviar o resolverlos y trabajar sobre ellas a través del movimiento eficiente.

Las clases son de grupos reducidos, con un máximo de 10 personas, en las que la profesora presta una atención personalizada a cada uno. El trabajo de iniciación resulta "necesario para que la persona entienda cómo se mueve su cuerpo y cómo mejorar para seguir después de forma eficiente las clases en grupo".