A PIE DE CALLE
Los barrios de Zamora ante el 28M: Vida a distancia en la periferia
Vecinos de Carrascal, Villagodio, Vista Alegre, Siglo XXI y el compendio que representa Alviar demandan igualdad de trato respecto al centro: "Pagamos los mismos impuestos"
Extrarradio, cinturón, periferia, arrabal. Muchas son las palabras que sirven para definir a los barrios situados en los alrededores de los cascos urbanos. Los que definen el contorno del núcleo. Los más alejados del centro. Carrascal, Villarina, Alberca, Arenales, Las Llamas, Vista Alegre, Villagodio y Siglo XXI comparten entre sí la condición de estar estratégicamente situados fuera de las zonas de acción de los ciudadanos. En estos lugares no hay oficinas, no hay delegaciones, no hay dependencias. No hay supermercados y no suele haber negocios. Hay viviendas; en las que, por cierto, viven zamoranos de pleno derecho. Y también hay problemas; generalmente, los mismos que afectan a los zamoranos de pleno derecho.
Las ventanas del piso de arriba de la casa donde vive María están abiertas de par en par. Desde la terraza, se afana por limpiar los cristales tras las cuatro gotas impertinentes que cayeron el otro día y que sirvieron únicamente para ensuciar. Es mayor. No quiere decir cómo de mayor, pero lo es. Anciana, se dice a sí misma. Su hogar está en Carrascal y no tiene carnet de conducir. No tiene a nadie que pueda llevarla hacia el centro, así que depende del autobús urbano para su día a día. "Tienen que poner más servicios para los ancianos como yo que no conducimos", señala esta ciudadana.
Ocho kilómetros separan la Plaza Mayor de Zamora de la plaza de la Iglesia de Carrascal. Son cinco minutos en coche, pero se transforma en una auténtica brecha cuando se carece de él. La línea ocho del autobús urbano cubre la distancia que existe entre el barrio y el parque de la Marina. Por la mañana, hay que elegir entre el servicio de las 7.15 o el de las 9.30 horas. Y que nadie lo pierda, porque el siguiente es a las 13.00 horas. "Necesitamos un autobús a media mañana, porque no podemos perder tantas horas esperando para volver a casa; me gasto en cafés lo que no tengo", dice con sorna.
Ocho kilómetros separan la Plaza Mayor de Zamora de la plaza de la Iglesia de Carrascal. Son cinco minutos en coche, pero se transforma en una auténtica brecha cuando se carece de él. La línea ocho del autobús urbano cubre la distancia que existe entre el barrio y el parque de la Marina. Por la mañana, hay que elegir entre el servicio de las 7.15 o el de las 9.30 horas. Y que nadie lo pierda, porque el siguiente es a las 13.00 horas. "Necesitamos un autobús a media mañana, porque no podemos perder tantas horas esperando para volver a casa; me gasto en cafés lo que no tengo", dice con sorna.
De Carrascal a Villagodio hay quince kilómetros. Son dos de los puntos más alejados de toda la capital. La barriada situada a orillas del Valderaduey ha sufrido transformaciones recientes, como un plan de iluminación de la carretera que otorga mayor seguridad a los vecinos cuando cae la noche. Pero también hay importantes carencias. "Mira la pista, que está hecha una mierda; es una vergüenza", se indigna Primitivo. El dedo de este ciudadano apunta hacia el vallado de una instalación deportiva absolutamente impracticable. Y, a su alrededor, brozas. "Todo lo que hay en paralelo a la vía del tren está para cortar, pero aquí no viene nadie y algún día va a pasar algo", vaticina mientras hace un repaso visual a la zona.
En Villagodio no vive mucha gente, pero se les cobran los impuestos y las tasas de servicios igual que a todo el mundo. Es lo primero que dice Primitivo, que tiene vivienda, nave y hostal al pie de la carretera N-122. "También es verdad que aquí no limpian los jardines, pero hay que ver cómo están los del centro", critica. Reconoce este vecino que, en los últimos años, han obtenido mejoras en materia de iluminación, pero pone la limpieza en el número uno de las necesidades del barrio a futuro.
El vecindario más cercano a Villagodio es el de Vista Alegre. En pocos años, la zona situada pasado el Alto de los Curas se ha convertido en uno de los barrios más jóvenes de la capital. El último censo de principios de año indicaba la existencia de 2.153 vecinos en el conjunto de bloques allí levantados. Junto con siglo XXI, son los dos únicos espacios de toda Zamora que han ganado habitantes respecto al ejercicio anterior. No hace mucho que quienes allí viven pudieron estrenar pista polideportiva y local para la asociación de vecinos. Pero, como en todos los lugares, hay debes.
Limpieza y riesgo de incendios
"Lo que nos falta aquí es un poco de limpieza", reclama Manuel. Como en Villagodio, la ausencia de desbroce preocupa y mucho a los vecinos, que ven un potencial peligro de incendio cada verano en los solares abandonados. "Deberían obligar a los dueños a limpiar todo esto; pero, claro, la mayoría son de los bancos y aquí nadie hace ni caso", añade Fidel, a pie de calle. Cuando se habla de esta problemática, lo mismo da el barrio, hay una frase que se repite: "Hasta que un día pase algo". Y eso es lo que repiten estos dos ciudadanos, que ponen a la limpieza por encima de cualquier otra demanda para el futuro del barrio.
Del otro lado de las vías del tren, bajo el paraguas de Alviar, se suceden los barrios de la Alberca, Villarina, Arenales y Las Llamas. Todos ellos cierran el perímetro de la ciudad antes de que comiencen a sucederse los núcleos urbanos de la contorna. Y entre sus vecinos se pronuncia de manera habitual una secuencia de palabras que resulta conocida: "Mira cómo está esto, algún día va a pasar algo y entonces nos llevaremos las manos a la cabeza". Pamela señala a la ladera que hay por encima de la piscina municipal de Higueras y por debajo de las viviendas de la Alberca. El pasado verano se denunció el peligro real que había debido al nivel alto de los matojos. Todo apunta a que, este año, se repetirá la misma reclamación.
Bajo la marquesina del autobús urbano, Pamela charla con Belén sobre el estado del barrio. Reconocen ambas, "por justicia", que el concejal delegado del área de Participación Ciudadana, que es Pablo Novo, sí ha atendido sus demandas a lo largo de los últimos años. Pero también tienen una larga lista de peticiones por cumplir que no han sido satisfechas hasta el momento. "Hace mucho que necesitamos un parque infantil y no hay forma de que nos lo hagan; a ver si encuentran el lugar y el momento", apunta una de ellas. "También tenemos problemas con la limpieza, pero creo que eso va a tener peor solución", replica la otra.
Entre este compendio de barrios y el de Siglo XXI suman poco más de un millar de vecinos. Concretamente, 1.004 habitantes, según el censo de primeros de año. Pero los problemas son compartidos. La limpieza se ha erigido como preocupación número uno para todos ellos. Más que el transporte y más que cualquier otra demanda de las habituales de los barrios más céntricos, como puede ser el arreglo de las aceras o el asfaltado. Los vecinos del extrarradio, de las barriadas, de los arrabales, de los cinturones o de los espacios periféricos, como cada cual quiera llamarlos, sienten que no deben tener menos derechos por vivir más alejados de las zonas de mayor influencia y afluencia de la capital. De hecho, recuerdan siempre que pueden, y con buen tino, que pagan los mismos impuestos que el que vive en la mismísima calle de Santa Clara, por lo que han de recibir exactamente el mismo trato. No más, pero tampoco menos. Porque morar en un sitio o en otro no debe ser motivo de discriminación.
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