A la tercera fue la vencida y el PP volvió a ganar unas elecciones en Castilla y León después de que en los comicios generales de abril y en los autonómicos de mayo se viera rebasado por el PSOE. En realidad, el 10N deja un empate técnico entre ambas formaciones, pero con una ligera ventaja para los populares que llegan al 31,7 por ciento de los votos, frente al 31,2 de los socialistas, aunque rentabilizan mejor su cosecha con 13 diputados (tres más que en la actualidad), frente a los 12 de la formación de Pedro Sánchez, que repite representación. Los populares crecen casi seis puntos respecto a los anteriores comicios, mientras que los socialistas parecen tocar techo y su apoyo solo aumenta medio punto.

Sin embargo, el verdadero terremoto electoral se produce en la tercera posición, donde Ciudadanos se deja los ocho diputados logrados en abril y más de la mitad de sus votos, al pasar del 18,8 a apenas el 7,5 por ciento de los sufragios. El relevo en esa posición lo toma Vox que apenas sube cuatro puntos (pasa del 12,2 al 16,6), pero los saca provecho para obtener seis asientos en la Carrera de San Jerónimo. Unidas Podemos mantiene su tónica descendente y no llega al diez por ciento de los votos, mientras que formaciones provincialistas como UPL y Por Ávila no obtiene ni siquiera el uno por ciento del electorado.