Se cumplió el guión establecido y Francisco Guarido se alzó con el bastón de mando del Ayuntamiento de Zamora. Los ocho votos de Izquierda Unida, más los tres del PSOE y los dos de los no adscritos bastaron para que Guarido consiguiera el sillón presidencial del Pleno municipal. El Partido Popular destinó sus diez votos a la candidatura de Clara San Damián. Mientras que Ciudadanos, por último, cumplió su palabra de abstenerse en la investidura y así lo hicieron Francisco José Requejo y Reyes Merchán.

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Los focos estaban encima del candidato de Izquierda Unida. Zamora se podía convertir en la única capital de provincia gobernada por la coalición, una especie de aldea gala en medio de un panorama nacional de cambio. Pero Francisco Guarido no las tenía todas consigo. Su expresión de calma tensa durante todo el Pleno se transformó en satisfacción en un solo segundo. El momento en el que José Luis Gómez, uno de los dos concejales no adscritos de la Corporación Municipal, enseñó su voto al público concentrado en el Ayuntamiento con la casilla de Izquierda Unida señalada.

Tras Gómez, hizo lo propio Cruz Lucas, la número dos de la lista socialista a la Alcaldía y que abandonó también el partido junto al candidato. Además, los concejales del PSOE (José Carlos Calzada, Antidio Fagúndez y Soraya Merino) mostraron también su voto a los asistentes para certificar así su apoyo a la candidatura de Francisco Guarido.

Una cariacontecida tribuna del Partido Popular, comandada por Clara San Damián, aplaudía con resignación la investidura del nuevo alcalde. Mientras tanto, Guarido no dejaba de recibir felicitaciones en el interior del salón de plenos. Un aperitivo, no obstante, de lo que ocurriría a su salida al balcón del Ayuntamiento.