La inesperada visita exprés del líder de Vox, Javier Ortega Smith, que llegó en una furgoneta con cristales tintados para acompañar a su candidata por Zamora a las Cortes de Castilla y León, Marisa Calvo, durante su votación, fue la anécdota más destacada de una jornada electoral que transcurrió sin sobresaltos en los colegios electorales de la capital.

La sorpresiva presencia de Smith, que apenas estuvo 17 minutos en el colegio electoral de Juan XXIII, generó momentos de tensión por el importante séquito de su partido y afines que le arropaban y por la expectación que levantó entre los ciudadanos que acudían a las urnas a una hora punta, las 13.40. La llegada de Smith alteró el orden hasta en la formación de filas de las nueve mesas electorales, de tal modo que la presidenta de una de ellas se levantó para pedir al secretario general de Vox, a Marisa Calvo y a sus acompañantes que guardaran la distancia de seguridad, respetaran las filas y el turno de votación. Entre los medios de comunicación que cercaban al mediático político y los zamoranos que le requerían para hacerse fotos, el caos se instaló durante varios minutos en el colegio, donde votan 6.864 personas de los barrios de San José Obrero, San Lázaro y Peña Trevinca.

“Cuando viene a votar algún joven, casi le hacemos la ola”

En los barrios de la margen izquierda no hubo lugar para ningún sobresalto, la escasa participación podría justificar esa falta de incidencias, al margen del frío que soportaron los integrantes de las mesas en la sede de la asociación de vecinos que acoge las mesas. A las 12.30 horas habían pasado por las dos mesas al 19% de los 973 electores, entre ellos los vecinos de Carrascal. Cuatro horas y media después, ese índice era del 38,3%.

En el Alejandro Casona, a las 17.00 horas no había nadie votando, la participación estaba en el 36% de los 1.195 ciudadanos censados. En una de las mesas, una joven se vio obligada a quedarse como vocal, la titular no apareció.

“Cuando viene a votar algún joven, casi le hacemos la ola”

En Pinilla la tranquilidad fue la tónica general por la mañana, con un goteo intermitente de votantes y un porcentaje de participación baja, que dejaba entrever el desánimo entre los apoderados de los distintos partidos políticos. Por la tarde, sin embargo, a las 18.00 horas, ya había ejercido su derecho el 45,16% de los 2.251 electores censados. “¡A saber qué puede pasar!”, apuntaban. Nadie se atrevía a augurar de qué lado estará la balanza cuando termine el recuento.

En el Maestro Haedo no estaban los votantes de la plaza de Cristo Rey que en principio correspondían a esa sección, donde figuraba solo uno de los portales de esa ubicación. Los votantes recorrieron otros colegios a ver si se encontraban. En la misma mesa constataron cómo a varios votantes no les había llegado la tarjeta censal, lo que dificultó notablemente que encontraran la mesa de votación.

“Cuando viene a votar algún joven, casi le hacemos la ola”

En el instituto Claudio Moyano había una mesa con dos presidentes designados y fue un improvisado sorteo el que determinó cuál se quedaba. En otra, por el contrario, no había ninguno y se tuvo que quedar el suplente.

El comentario en muchas mesas del Maestro Haedo era que los votantes se componían sobre todo de gente mayor, mientras que los jóvenes brillaban por su ausencia: “Cuando aparece un joven casi le hacemos la ola”, bromeaban.

En el Juan XXIII tres aulas denunciaron que no cumplían la normativa del COVID y el PP, por su parte, denunció a personas de Vox porque aparecieron en algunos colegios electorales con bolsas que llevaban el lema “El futuro es para los patriotas”. La jornada electoral resultó muy tranquila, incluso en la habitualmente saturada mesa del Arias Gonzalo que acumula 960 votantes y es seguramente la mayor de toda la provincia.

“Cuando viene a votar algún joven, casi le hacemos la ola”

El primer votante en el instituto Claudio Moyano fue Manuel Maíllo Rodríguez, encargado de las elecciones en Correos desde el año 1978 hasta 2005. “Al principio, no teníamos ni idea nadie, porque nunca habíamos votado. El Gobernador Civil, un juez del juzgado y el jefe de Estadística nos reuníamos en el juzgado y nos daban las normas que había que seguir”, recordó.

Normalidad también en el colegio Obispo Nieto, sin ningún tipo de incidente. “Suelo venir a primera hora porque hay algo de menos gente, pero hoy me he retrasado algo más y hay un poco más de gente de la que me esperaba”, comentaba un votante pasadas las doce, hora en la que terminaba el periodo de tiempo recomendado por la Junta para que los positivos de COVID pudieran acudir a votar de manera presencial. “Por eso he venido ahora, porque ya se supone que terminó”, manifestaba en relación a esta recomendación que se aconsejó desde la administración regional para contar con la mayor participación posible a pesar de la situación sanitaria. El Obispo Nieto contó con siete mesas, todas agrupadas en el pabellón deportivo del centro. Candidatos como Manuel Fuentes, de Zamora Decide, votaron allí a primera hora de la mañana.

“Cuando viene a votar algún joven, casi le hacemos la ola”

El colegio de La Villarina vivió una jornada con “demasiada” normalidad. El centro zamorano contaba únicamente con una sola mesa y la jornada pasó sin ningún tipo de incidente y nada destacable. Sus miembros no tuvieron tanto trabajo en comparación con otros centros de la capital ni los votantes no tuvieron que hacer largas colas, al no haber aglomeraciones.

En el colegio La Hispanidad, uno de los más grandes y que acoge a más zamoranos, la jornada fue “frenética” desde primera hora de la mañana. El centro contaba con siete mesas y durante prácticamente todo el día los votantes se acercaron para ejercer su derecho al voto. El centro, dotado de geles hidroalcohólicos y señalizaciones, al igual que los otros 15 colegios electorales, recibió ciudadanos durante prácticamente todo el día, quitando, por ejemplo, aquellas horas muertas de la comida o las primeras horas de la tarde.

“Cuando viene a votar algún joven, casi le hacemos la ola”

Como es lógico en colegios con tantas mesas electorales, el desorden y el caos se apoderaron durante las horas punta, en las que apoderados y miembros de las mesas tuvieron que ordenar filas, respetando la distancia de seguridad. También hicieron de guías para muchos ancianos que se encontraron desorientados al no saber cuál era su mesa para poder votar.

Tranquilidad —y mucho frío, según se quejaban los miembros de algunas mesas— fue la tónica predominante en el IES Río Duero, donde los votantes más madrugadores fueron los de mayor edad. Sin incidencias reseñables, todo transcurrió con calma en este colegio electoral. “Lástima, queríamos haber salido en el periódico”, bromearon algunos, que confiaban en que a partir del mediodía los votantes se animaran a participar en las urnas. El panorama era parecido en el colegio Nuestra Señora de La Candelaria, aunque al contar con pasillos más estrechos entre las aulas que acogían las cinco mesas electorales, era más sencillo que se formaran colas en la entrada del centro, pero sin aglomeraciones. Lo que tenían claro es que, seguramente, iban a sobrar papeletas, “porque es muy habitual que la gente traiga el sobre de su casa”, apuntaron los apoderados. Hasta el colegio se acercó a primera hora un vecino al que le había tocado ser presidente de mesa, pero tenía ya edad para librarse del cargo. Las alegaciones parece que no llegaron a tiempo, pero el suplente le sustituyó sin mayor problema en el mismo momento de la formación de la mesa.

“Cuando viene a votar algún joven, casi le hacemos la ola”

Baja participación también era la sensación que se tenía antes del mediodía en el San José de Calasanz, que tuvo que recomponer alguna de las cinco mesas que conforman este colegio con suplentes por la ausencia de los titulares. También se tuvo que llamar la atención a un representante de Vox, que acudió al colegio con una mochila con las siglas del partido, cuando la ley electoral señala que las únicas siglas que se pueden lucir ese día son las de la credencial. La bolsa se apartó y no hubo mayor problema. A cuentagotas llegaban también los que tenían que votar en el colegio Jacinto Benavente, la misma imagen que se repetía en el resto de centros, con las personas mayores más volcadas en estas elecciones que los jóvenes, sobre todo por la mañana. La afluencia de gente se multiplicó en el colegio de La Horta tras la una del mediodía, aunque sin grandes colas ni esperas.