El voto en blanco sí puede llegar a beneficiar a algún partido, pero para que realmente esto pase, tiene que haber un gran número de votos en blanco. En el caso de llegar a influir, esta opción beneficiaría al que más votos haya sacado porque se considera válido, es decir, se suma a los votos obtenidos por las diferentes candidaturas para hacer el reparto de escaños.

Aquí entra en juego la Ley d'Hondt, el sistema de cálculo proporcional utilizado en el sistema electoral español. Conforme a éste, en cada circunscripción se excluye primero a las candidaturas que no hayan obtenido, al menos, el tres por ciento de los votos válidos emitidos, por lo que al incluir los votos en blanco, una candidatura necesita más votos para lograr escaño.

En una circunscripción imaginaria en la que ha habido 1.000 votos, 200 en blanco y 50 nulos, teniendo en cuenta sólo los votos a candidaturas un partido necesitaría 30 votos (el 3%) para conseguir un escaño, mientras que al tener en cuenta los votos en blanco requeriría 36 (el 3% de 1.200). Por lo tanto, en teoría, esta forma de voto desfavorecería a los partidos pequeños porque la misma Ley d'Hondt les perjudica en las circunscripciones pequeñas.

Por ejemplo, en la Región de Murcia, atendiendo a los resultados de elecciones pasadas, el voto en blanco beneficiaría al PP y el PSOE. "Hace años, cuando el PP tenía el 45/50% de los votos, el PSOE el 20% e Izquierda Unida el 12%, si el porcentaje de votos en blanco hubiera sido del 3%, los porcentajes finales de los partidos cambiarían. El PP se quedaría sobrerreprentado en torno a un 60% y el PSOE con un 22%; pero IU, en lugar de un 12 se quedaría en un 7 u 8%".

La "pataleta"

El voto nulo "no sirve para nada, excepto mostrar la pataleta o el enfado". Así de claro se muestra el politólogo Francisco Javier López Carvajal. Y es que no se contabiliza.