El principio rector de Albert Rivera no es la demolición, sino la emulación. Uno de sus latiguillos más reiterados sataniza "el Gobierno Frankenstein", véase entre los enésimos ejemplos el tuit donde certificaba que dicho ejecutivo "ha muerto, pero Sánchez tratará de resucitarlo como sea". Para combatir esta monstruosidad, el líder de Ciudadanos hasta el domingo electoral ha confeccionado una lista Eurofrankenstein a las elecciones al Parlamento Europeo.

La alineación Frankenstein de Ciudadanos viene encabezada por Luis Garicanoencabezada por Luis Garicano, el exprestigioso profesor de ética económica que ha incumplido todos los presupuestos de su logorrea libresca, para acabar pactando con Vox. Harto de la deriva de su partido, no se retira a la torre ebúrnea a seguir escribiendo, sino que se forja un exilio dorado de un mínimo de cinco años. Incumple así las promesas de austeridad desgranadas en sus volúmenes, con un tremendismo que provocaba más lágrimas que las desventuras de la pequeña Nell en La tienda de antigüedades de Dickens.

Le sigue la socialista Soraya Rodríguez, porque veinte años en cargos del PSOE no se desvanecen por el solo hecho de haberse quedado sin sueldo. Su transfuguismo ha servido para que alguien la identifique. Su marcha alivia a su formación anterior, porque es uno de esos personajes con la energía suficiente para acabar ella sola con un partido entero. Podría hablarse de una compensación a su carisma, pero sus intervenciones televisivas se presentaban con un alarmista trigger warning, porque su tono fúnebre era una orden antes que una invitación a cambiar de canal.

El circo se redondea con José Ramón Bauzá, José Ramón Bauzá episódico presidente de Balears que logró el cargo cuando nadie le conocía. En cuanto le descubrieron, sufrió el mayor batacazo del PP en la esfera electoral. Una vez desenvuelto de la bandera que es su única seña de identidad, su aportación es menor que nula. Remata una lista de brocha gorda, mediante la que Rivera exterioriza el desprecio anarquista a Europa de una formación que debía encarnar los valores de la UE.

Los partidos emergentes no nacieron para acomodar los saldos del bipartidismo. La renovación no consistía en transformarse en la oficina de empleo de los restos de serie de PP y PSOE, aunque ambos vociferen rabiosos porque las fugas puntuales pueden saldarse con estampidas masivas, en cuanto los aspirantes a cargo se cercioren de que solo quedan la mitad de puestos a repartir. Una iglesia puede soportar a los herejes, pero aplasta a los apóstatas. En todo caso, Rivera se limita a cumplir las instrucciones de quienes le han ordenado que se retire de la liza electoral.