Autor de la memoria enviada a la Fundación Las Edades del Hombre, el profesor Luis Vasallo Toranzo (Zamora, 1963) es un experto conocedor de su ciudad natal, en particular, de la Edad Moderna, periodo en el que ha centrado sus estudios, así como comisionado de Patrimonio de la localidad. Quizá por todos estos datos, el historiador del arte sea un guía adecuado para visitar la sede de Aqva.

-En una visita a Toro, usted empezaría por...

-Paseando por el casco histórico de la ciudad, porque es riquísimo. Todo ha conservado muchos de sus edificios, mucho del caserío antiguo del siglo XVI y XVII. Todo esto salpicado con edificios singulares, no solo con iglesias y monasterios medievales, sino también con casonas y palacios de finales del XV y principios del XVI. Por lo tanto, resulta fundamental recorrer las calles que están en torno a la Plaza Mayor, entre la Colegiata y el Arco del Reloj, e intentar bucear en una ciudad castellana del siglo XVI.

-Esperaba que hablara en primer lugar del románico y del mudéjar, pero se refiere a una época muy posterior...

-Quizá por deformación profesional, dado que siempre me he dedicado a la Edad Moderna y no a la época medieval. Es cierto que Toro tiene dos conjuntos muy importantes de la Edad Media: la Colegiata, la iglesia más destacada de la ciudad, y sobre todo, el grupo de iglesias mudéjares que salpican la ciudad.

-Hablemos de la Colegiata de Santa María la Mayor, ¿cuál es, bajo su punto de vista, su principal valor?

-El principal valor de la Colegiata es la Portada de la Majestad, un elemento de transición del románico al gótico, donde comienza a evidenciarse la importancia de que va a adquirir la Virgen María en la religiosidad medieval a partir del siglo XIII. Es una portada que hemos conservado relativamente bien porque estuvo protegida y conserva la policromía, aunque no tiene un valor escultórico excepcional, pero sí en conjunto.

-Estamos acostumbrados a ver catedrales góticas donde predomina el color de la piedra y usted habla de la policromía como singularidad. ¿Cómo ha llegado hasta nuestro días esta característica?

-La policromía se conservó porque fue repintada y estuvo en un espacio cerrado que fue utilizado como capilla. La imagen de la Majestad del parteluz se convirtió en la imagen principal de un retablo en piedra. Hay que tener en cuenta que todas las iglesias medievales estaban cubiertas con policromía figurada o no y, con los cambios de modas y de gustos partir de finales del siglo XVI, fueron raspadas, eliminadas y los muros se convirtieron en espacios blancos. Con las modas decimonónicas y del siglo XX, incluso esos encalados se eliminaron para dejar la piedra vista que ha llegado hasta nosotros.

-Y una cúpula que forma parte del conjunto de cimborrios del Duero que son bien conocidos, ¿verdad?

-Un grupo único de cúpulas que se realizan en las mismas fechas, a finales del siglo XII, principios del XIII. Ahí tenemos la de Zamora, la de Toro, Salamanca y Plasencia. Tienen orígenes franceses, como ha puesto de manifiesto Santiago Carretero y con una particularidad en Toro, que se intentó realizar un gran cimborrio de dos cuerpos de ventanas en el tambor, más grande que el de Zamora, aunque la falta de fondos obligó a que quedara a medio hacer. De hecho, la cubierta actual es de teja y no de piedra, como debió construirse.

-Viajemos al interior de la Colegiata, ¿cuáles son sus tesoros?

-La Colegiata reúne en su tesoro, bajo la torre, las manifestaciones de platería más interesantes de toda la ciudad. Después, actualmente, una vez recogidos muchos retablos de iglesias toresanas, guarda algunos retablos muy interesantes de pintura como de escultura del siglo XVI. Después, en la capilla mayor, están los sepulcros de los Fonseca, de la familia más importante en principio, ya que eran los primogénitos de Pedro Rodríguez de Fonseca, que llegó a Toro acompañando a Beatriz de Portugal. En la sacristía tenemos pinturas magníficas: el relicario napolitano de carey y de marfil del siglo XVII, el retablo de Sebastián Ducete que procede del sepulcro, un pequeño relieve italiano, el busto de Santa Teresa de Esteban de Rueda€

-Usted defiende a artistas toresanos de gran valía que quedaron a la sombra de figuras como Gregorio Fernández debido a que la Historia del Arte se escribió desde la capital de la comunidad...

-En Toro, en los siglos de la Edad Moderna, han sido tres los conjuntos de artistas que han trabajado en pintura y escultura. En pintura, Lorenzo de Avila y más tarde Juan de Borgoña II. De Ávila fue un artista que es, al mismo tiempo, creador de modelos que entrega a otros pintores para sus composiciones. Y Juan de Borgoña como seguidor para difundir su estilo en Salamanca y Ciudad Rodrigo. En cuanto a la escultura, el tándem que forman Esteban de Rueda y Sebastián Ducete. Este último trabaja a caballo entre el XVI y el XVII y su aprendiz y compañero comienza a hacerlo a principios del siglo XVII, pero morirá pronto acabando con un artista genial. Si no hubiera sido por su muerte y porque estaba desplazado en Toro, hubiera sido una competencia fuerte al arte de Gregorio Fernández. En tercer lugar, en el siglo XVII y XVIII, estarán los Tomé, con Antonio, el padre, a la cabeza y con la figura más destacada de Narciso, uno de los grandes escultores del siglo XVIII español, quien hizo la Transparente de la Catedral de Toledo o el retablo mayor de la Catedral de León.

Lee la entrevista completa en la edición de papel de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA de este domingo.