El templo toresano del Santo Sepulcro ha sido el elegido para convertirse en subsede de Las Edades del Hombre, como anuncio días atrás Gonzalo Jiménez, secretario de La Fundación de la muestra.

Es una elección realizada por la necesidad de contar con una segunda sede para poder transmitir de forma completa y garantizada el mensaje de la exposición así como por su cercanía con La Colegiata y El Alcázar.

La designació recae sobre esta iglesia, documentada en la década del año 1120 después de Cristo, en la que era un templo conventual, posiblemente de estilo románico por las piezas conservadas en la actualidad, aunque no hay registros documentales de los mismos.

La construcción que también tenía funciones parroquiales era, en esa época, la iglesia del convento de la Orden del Santo Sepulcro, que tuvo en España dos vicarias generales, una en Calatayud y otra en Toro. Así las cosas, de la sede catalana dependía el Casal de Aragón, mientras que de la actual subsede de las Edades del Hombre dependían todos los reinos peninsulares incluidos Portugal y Navarra.

Fue un periodo importante para la Orden cuyo convento se encontraba, como explica el historiador José Navarro Talegón "a las puertas del primer recinto amurallado de Toro cuya puerta estaba ubicada en la zona de la Plaza Mayor. Unos años donde estos se construían fuera de dichos recintos por su elevado coste y extensión de terreno". Una circunstancia que corrobora que se hiciera un convento donde está ubicado actualmente el templo, "que pasa a estar ubicado dentro de las fortificaciones de la ciudad tras la construcción del segundo recinto amurallado en el siglo XII (realizado en la zona donde se encuentra la actual Torre del Reloj)".

En cuanto a las características de la iglesia, el edificio primitivo se reconstruye en un arte románico mudéjar en el tránsito del siglo XII al XIII, realizándose en un primer momento el ábside central debido a que la primera iglesia contaba con una sola nave. Unas variaciones que en el siglo XIII fueron decisivas dado que en esa fecha se reconstruye el cuerpo de la misma pasando a estar formada por tres naves.

De tales características románico mudéjares se conserva, de la esplendorosa época que fue para Toroel reinado de María de Molina (siglos XIII y XIV), restos de las armaduras gótico mudéjares policromadas cuya decoración fue realizada, presumiblemente, por el pintor Domingo Pérez, quien policromó el Pórtico de la Majestad de la Colegiata. Además, de ese periodo, la iglesia conserva pinturas murales como un Pantocrátor en el ábside central.

Un templo dejó de pertenecer a la Orden del Santo Sepulcro en el año 1520, cuando ésta se extingue en Toro y el templo pasa a manos de la Orden de San Juan de Jerusalén que la mantiene hasta 1873. Una fecha, en la que el convento y la iglesia pasan a depender del Obispado de Zamora, una institución que junto con la parroquia de la Colegiata a la que pasa como filial la del Sepulcro comienzan la venta del convento desapareciendo el Claustro y otras partes del mismo como las galerías realizadas en el siglo XVI.

En este periodo de la historia, en la que se vendieron partes del complejo a particulares, vuelve a efectuarse cambios que, tras realizarse de forma temeraria, originan el debilitamiento de su fábrica, llegando a nuestro tiempo prácticamente en un estado ruinoso.

Son unas actuaciones determinadas por exigencias del uso y por estado decadente de la construcción, donde algunas de estas variaciones influyen en el debilitamiento de la iglesia.

Las variaciones continuaron en el siglo XVII también se hicieron otras variaciones como la reforma fachada sur (denominada del Mediodía), la que se encuentra frente a la Plaza Mayor.

Un estado ruinoso con el que la construcción llega a nuestros días provocando su cierre durante más de dieciséis años.

Tal lamentable situación provoca que la Fundación González Allende realice una última rehabilitación cuyas obras finalizan en el año 2004 y que tenían por objetivo reavivar el estado. Es un trabajo que se realiza con fondos del Estado, de la Junta de Castilla y León y la por la propia Fundación, que permite conservar la iglesia s en su estado actual. Respecto a esta restauración explica Navarro Talegón que "ha sido ejemplar ya que estas permiten apreciar las vicisitudes por las que ha pasado la construcción en los restos de algunas zonas de la iglesia, sumamente interesantes, para el estudio del románico mudéjar cuyoestilo es el originario de la construcción".

Entre las piezas que alberga en su interior se encuentran trabajos de gran envergadura como un calvario obra del taller de Sebastián Ducete y Esteban de Rueda. De este autor la iglesia posee además otras obras. Asimismo, el templo cuenta, entre otros trabajos, con un Cristo procedente de Michoacán que llegó a Toro en el año 1564 así como diversas piezas del escultor local Pedro Ducete realizadas en papelón.

En definitiva, el templo del Santo Sepulcro encierra una enorme riqueza cultural de la que se conserva únicamente una pequeña parte que con motivo de las Edades del Hombre volverá a luciren su máximo esplendor.