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La economía gallega: entre los logros y los desafíos pendientes
El tejido empresarial autóctono ha sido clave en el crecimiento de la comunidad, cuyo PIB está por encima del 92% de la media española

La economía gallega entre los logros y los desafíos pendientes. / REDACCIÓN
Santiago Lago Peñas
El último cuarto de siglo ha sido testigo de un progreso innegable de la economía gallega. El Producto Interior Bruto (PIB por habitante) de Galicia se situó en 2023 por encima del 92% de la media española y en noveno lugar en el mapa autonómico. En el año 2000 estábamos por debajo del 78% y solo Extremadura y Andalucía registraban peores números. Hemos pasado del furgón de cola a la mediana de la tabla.
Habrá quien diga, con razón, que el avance de la convergencia se debe exclusivamente a la pérdida de peso poblacional, al denominador de la expresión: mientras que en Galicia la población total es prácticamente la misma, en el conjunto de España ha aumentado con fuerza por los flujos migratorios. Sin embargo, esta interpretación orilla otro resultado particularmente positivo. A diferencia de lo que ocurrió en las dos primeras décadas posteriores al referéndum del Estatuto de Autonomía, la economía gallega ha sido capaz de crecer al mismo ritmo que la española. Por eso, su peso en España era el 5,16% en 2000 según la Contabilidad Regional del INE; y es exactamente el mismo en 2023.
Ninguna de las economías regionales que ha perdido población relativa ha conseguido hacer eso. Y lo ha hecho, además, sin la ayuda de grandes inversiones foráneas: el peso de la inversión extranjera en Galicia apenas supone el 1% de toda la que entra en España. Lo hemos conseguido gracias al tejido empresarial autóctono; fundamentalmente de base familiar. Empresas que han buscado fuera los clientes que no había en casa, lo que explica la muy positiva dinámica de las exportaciones. Empresas que han ampliado actividad en otros territorios, manteniendo en Galicia la sede y los servicios centrales: la inversión gallega en el extranjero supera ampliamente, la que recibimos.
Da igual la provincia a la que se mire. Existen docenas de ejemplos de empresas bien conocidas que hoy duplican o triplican su cifra de facturación y de empleados respecto al año 2000. Contamos con campeones de Champions League, ramas y empresas que son líderes mundiales, empresas de referencia en España… De nuevo, el juego de contraste. El inventario de éxitos empresariales es motivo de orgullo y demostración de que desde la periferia europea es posible triunfar. La cara B del diagnóstico es que seguimos teniendo muchas microempresas y PYMES que están lejos de los resultados brillantes y que tienen ante sí un enorme margen de mejora en múltiples dimensiones: internacionalización, innovación, digitalización…
Y ese margen se traslada al conjunto de la economía gallega, como muestra con meridiana claridad cuando la comparación con el resto de las regiones de la UE-27. Aunque Galicia se sitúa hoy cerca de la mediana cuando hablamos de indicadores de bienestar y calidad de vida, pierde posiciones relativas cuando nos referimos a los índices de competitividad e innovación. En ese caso, Galicia aparece en la zona media-baja de la clasificación. Impulsarnos en esos indicadores permitiría no solo seguir convergiendo en lo económico, sino también afrontar la realidad de una población envejecida y una baja tasa de natalidad. Porque la prosperidad económica es el mejor complemento a unas buenas políticas demográficas.
En este contexto, el autogobierno emerge como una herramienta fundamental para abordar los retos y aprovechar las oportunidades. La descentralización ha permitido compensar déficits históricos, gestionando recursos y tomando decisiones adaptadas a nuestra realidad. Pero, como en todo, podemos mejorar. En lo que sigue enumero algunas.
La transición energética es un desafío que Galicia debe convertir en una oportunidad, desarrollando un sector energético propio y sostenible; y algo similar ocurre con la explotación sostenible y cuidadosa de los recursos mineros. Segundo, la digitalización, aprovechando las nuevas tecnologías para superar la posición periférica y la dispersión territorial, es clave para la modernización de la economía gallega. La captación de inversiones extranjeras, diseñando estrategias integrales que mejoren la logística, simplifiquen la administración y ofrezcan suelo empresarial, es fundamental para atraer capital y conocimiento. La recuperación de tierras abandonadas para usos productivos agroganaderos y forestales es una oportunidad única para impulsar la economía gallega, generar empleo y mejorar el medio ambiente. Quinto, debemos avanzar en la simplificación administrativa. Queda fuera de discusión la necesidad de contar con un control y una normativa que proteja y garantice la seguridad laboral, el cuidado del medio ambiente o el del patrimonio. Pero eso no es excusa para que los procedimientos se eternicen y acaben desesperando hasta al más paciente. En un mundo como el actual, la velocidad y agilidad a la hora de llevar adelante los proyectos empresariales es extraordinariamente relevante. Y no es una cuestión de aprobar nuevas leyes de simplificación. Hay que remangarse y cambiar la forma en la que opera la administración. Sexto, la captación de inversiones extranjeras, mediante el diseño de estrategias integrales que mejoren la logística, simplifiquen la administración y ofrezcan suelo empresarial, es fundamental para atraer capital y conocimiento a la región.
«Unir fuerzas en el NO para impulsar infraestructuras y buscas sinergias en innovación y desarrollo sostenible»
Sin duda, la dimensión territorial desempeña un papel fundamental en el futuro desarrollo de Galicia. Internamente, reforzar el anillo de ciudades gallegas es una prioridad. Mejorar las conexiones ferroviarias de Ferrol con el resto de Galicia, la de Vigo con Ourense y la de Lugo con Santiago de Compostela permitiría crear una red urbana más cohesionada. Con una población de menos de tres millones de habitantes, esta compactación generaría importantes economías de aglomeración, facilitando el intercambio de conocimientos, servicios y mano de obra especializada.
Pero también toca mirar hacia afuera. El Norte de Portugal ofrece la posibilidad de crear un espacio económico y cultural transfronterizo que aproveche las sinergias y complementariedades de ambas regiones. Esta eurorregión podría convertirse en un polo de desarrollo en el noroeste ibérico, fortaleciendo la posición de Galicia en el contexto europeo. El mayor hándicap aquí es la falta de autonomía política de la Región Norte, algo que acaba arruinando muchas buenas ideas, a pesar de las voluntades. Por eso, es importante mirar también hacia el resto de España. En particular, el reforzamiento del cuadrante noroeste español junto a Asturias y Castilla y León ofrece la oportunidad de unir fuerzas para impulsar proyectos de infraestructuras y buscar sinergias en actuaciones en el frente de la innovación y desarrollo sostenible; también para que las negociaciones sobre financiación territorial atiendan a otras particularidades. La cooperación inter-autonómica es rentable, sobre todo cuando se cuenta con marcos competenciales tan amplios como en España.
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