Inflación

El consumo vuelve a caer tras el respiro de Semana Santa

La primera semana de mayo se compraron un 6% menos de artículos en el supermercado que un año atrás, e incluso el gasto en la cesta de la compra descendió (-7,5%)

Interior de un supermercado en Molins de Rei, Barcelona.

Interior de un supermercado en Molins de Rei, Barcelona. / MANU MITRU

Paula Clemente

“Las crisis empiezan y acaban cuando el consumidor quiere que empiecen y acaben”. El dictamen, vertido hace unas semanas por el presidente de la asociación de fabricantes y distribuidores AECOCIgnacio González, parece premonitorio. Porque, si bien la Comisión Europea o el Banco de España acaban de mejorar sus previsiones de crecimiento para la economía española o ayer el CIS publicó que la confianza del consumidor remontó en abril, a la práctica, el consumo no reflota: pese a que la Semana Santa dio un respiro que llegó incluso al sector alimentario, que acumula meses de retroceso de ventas, desde mitad de abril la tendencia vuelve a ser negativa.

Algori, una empresa de analítica de datos de consumo que acaba de presentar su plataforma al mercado, identificó una notable mejora en el volumen de productos comprados en el supermercado desde mitad de marzo y hasta la semana del 10 de abril (lunes de Pascua), y una posterior caída que no ha revertido desde entonces. La primera semana de mayo se compraron un 6% menos de artículos en el supermercado que un año atrás, e incluso el gasto en la cesta de la compra descendió (-7,5%) aún con la inflación, que tendría que provocar un aumento del gasto.

El Observatorio de los frescos de Aldi, un estudio que se basa en buena medida en encuestas realizadas en abril, apunta también a que el 60% de los consumidores ha reducido la compra de productos frescos en el supermercado (pancharcuteríahuevoscarnepescadofrutaverdura…) y en esta misma dirección señalan los datos de AECOC, que a finales de abril hablaban de un 45% de los consumidores reconociendo estar comprando menos carne y otro 39% haciendo lo propio con el pescado.

Freno en el gasto con tarjeta

Sin embargo, la herida parece ir más allá del universo alimentario. El análisis de comportamiento de consumo de BBVA Research muestra una gráfica que desciende desde la primera semana de abril y que alcanza su punto más bajo desde enero de 2022 durante la primera de mayo, cuando el consumo se contrajo un 7,8% en relación al año previo. Pese a que el último dato disponible es de ligera mejora, a 7 de mayo el consumo seguía siendo casi un 6% inferior.

Y a conclusión parecida llega el monitor homólogo de Caixabank Research, que detectó un 3% menos de pagos con tarjetas de compradores españoles a finales de abril, que se recupera en mayo pero sin avance más allá de eso. “Si nos detenemos a observar el consumo presencial con tarjeta (...) observamos que su ritmo de crecimiento (de un 9% interanual) nos da una señal relativamente positiva, dado que mejora ligeramente los registros de abril, aunque continúa en niveles moderados”, analiza en su informe semanal el economista de Caixabank ResearchJavier Ibáñez de Aldecoa. “Por sectores de gasto, se mantienen las dinámicas que venimos observando en los últimos meses, con mayor fortaleza del consumo ligado al turismo y al ocio, frente a la mayor debilidad del consumo ‘retail’”, agrega este experto.

De hecho, buena parte de lo que explica que la caída en el consumo no sea más drástica es el turismo(el incremento de gasto de tarjetas extranjeras que registra Caixabank oscila entre el 13% y el 48% desde comienzos de año) y por el buen desempeño de determinadas categorías.

Polarización del consumo

“Hay otra vez mucha polarización: hay gente a la que le están yendo bien las cosas y gasta, y gente que va justa y entonces aprieta, y esto se va agudizando”, perfila la presidenta de la comisión de Retail del Col·legi d’Economistes de CataluñaNúria Beltran, que ve lógica la caída del consumo, teniendo en cuenta que hace años que prácticamente la mitad de la población española reconoce tener dificultades para llegar a final de mes. A su juicio, es compatible que una economía tan basada en el sector terciario dé muestras de mejora en el plano 'macro' si el turismo va bien, pero que esté tan resentida bajo una revisión 'micro' cuando el escenario es este. “Los sueldos no han progresado y así no puede subir mucho el consumo interno, más en una etapa de subida de precios de la electricidad, del combustible y de la alimentación como la que hemos tenido”, sostiene la economista.

Del otro lado, sí que es cierto que el textil, la belleza y la actividad en bares y restaurantes parecen ir como un tiro, pero incluso aquí hay matices. “El textil reculó mucho con la pandemia, así que seguramente solo esté recuperando posiciones”, aventura Beltran, que también pone encima de la mesa el “efecto psicológico postpandemia” para explicar el buen comportamiento de la actividad en el sector de la cosmética y en bares y restaurantes. Y si bien en el primer caso, en el de la belleza, hay consenso absoluto en que está en uno de sus mejores momentos, no es así en el caso de la restauración. “Todavía hay menos bares que antes del covid –apunta una fuente que conoce bien el sector- y por muy llenos que estén, muchos negocios te reconocen que sí que detectan cierta contención del gasto por parte de los clientes”.