Los bancos centrales han puesto en marcha diferentes proyectos en los últimos tres años para ganar la carrera del desarrollo de las monedas digitales. La creación de un sistema monetario alternativo al actual, tan deseado por los impulsores de las criptodivisasrivaliza en este momento con la reacción de los institutos emisores, que intentan evitar perder a medio y largo plazo el monopolio de la creación del dinero legal que ostentan desde que en 1694 se les otorgara el primer monopolio de la historia al también primer banco central moderno que fue creado: el Banco de Inglaterra.

En su gran mayoría, se trata de proyectos que están en fase de estudio y solo ocho de ellos están en fase de prueba piloto, según los datos que ofrece el monitor CBDC Tracker (CBDC son las siglas en inglés de ‘monedas digitales de los bancos centrales’). Es el caso de los países del Golfo Pérsico (Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos), de la propia China con su ‘yuan digital’, del experimento (por el momento solo para el mercado mayorista) que está llevando a cabo Francia con diferentes subproyectos compartidos con otros bancos centrales, y de los casos en América de Canadá y Uruguay.

Precisamente en el continente americano y más concretamente en el Caribe están los dos territorios pioneros en la circulación legal de monedas digitales: Bahamas y Jamaica. Sin embargo, todavía no ha transcurrido el tiempo necesario ni el mercado en el que opera tiene la suficiente escala como para extrapolar lecciones a otros países y sistemas monetarios.

La fase de estudio de los proyectos con más volumen, como el euro digital y el dólar americano digital (incluyendo el denominado ‘Proyecto Hamilton’ de la FED con el MIT), consiste hasta la fecha en crear las bases para un nuevo medio de pago que coexista con el euro y dólar ‘físicos’, pero donde se pueden producir varias disfunciones de mercado. Cuando hay circulación paralela de divisas (incluso aunque sean la misma y hayan sido emitidas por el mismo órgano emisor), aparece la famosa ‘ley de Gresham’: la moneda ‘mala’ desplaza a la ‘buena’, quedándose ésta última como depósito de valor.

Monedas digitales virtuales.

¿Cuál será percibida como ‘buena’ y cuál como ‘mala? Una pregunta difícil de responder. Dependerá sobre todo de la universalidad o no en el acceso al nuevo euro o dólar digital. Es menos evidente si cabe en el caso del dólar USA, dado que sigue siendo la divisa de reserva a nivel global y más de la mitad de los dólares en este momento en circulación están fuera de las fronteras de EEUU. Lo que sí está claro es que la moneda digital emitida por la FED o por cualquier otro banco central relevante nunca podrá ser denominada ‘criptodivisa’ tal como la hemos entendido hasta la fecha, ni tendrá un funcionamiento tecnológico parecido a Bitcoin, ya que estamos hablando del plano opuesto: un sistema centralizado (CBDC) frente a un sistema descentralizado (Bitcoin y otras).

Obviamente, una divisa digital centralizada permite seguir manteniendo el control de las finanzas a nivel mundial y el papel de la banca comercial como intermediaria de todo este proceso, la cual seguiría funcionando bajo el mismo régimen de reserva fraccionaria. Esto en sí mismo debería generar muchas dudas. Pero las dudas e incertidumbres que se plantean en el desarrollo de las monedas digitales no están siendo aprovechadas por las criptodivisas privadas. En un año, la capitalización de las criptodivisas se ha reducido en dos tercios de su valor, situándose actualmente en un billón de dólares. En los últimos tres años se han producido episodios que dificultan una generalización pronta de instrumentos como Bitcoin.

En este sentido, la experiencia de El Salvador y su adopción del Bitcoin cuando cotizaba cerca de sus máximos históricos ha supuesto un freno a las aspiraciones de otros países que veían en las criptodivisas una alternativa realista a sus sistemas monetarios. Pero también proyectos fallidos como Libra de Facebook han dejado terreno libre para ser ocupado por otros actores, por no hablar del hundimiento de un proyecto que parecía prometedor como la ‘stablecoin’ Terra que evaporó en pocos días 600.000 millones de dólares.

Entramos en una fase de desarrollo donde esta competencia se va a ver cada día más clara. Y es el tablero donde se juega la partida del futuro del sistema monetario internacional de las próximas décadas. Probablemente no habrá un acuerdo de Bretton Woods como tal, pero sí que en un mundo en el que se va produciendo una desaparición gradual del dinero en efectivo, es necesario ver cuál es la confianza mínima límite que tiene el consumidor/ahorrador en el dinero. Dicho de otra forma, hasta qué punto un uso mayoritario de las monedas digitales puede quebrar la confianza de los consumidores en el dinero de curso legal y se seguirán buscando otras alternativas nacidas de acuerdos privados: una cierta desnacionalización del dinero.