La demanda de gas en Europa va a sufrir un bajón récord del 10 % este año debido a la escalada de precios, con el progresivo cierre del grifo de las exportaciones rusas y las políticas de contracción de la demanda para evitar cortes de suministro este invierno.

Este es el panorama que describe la Agencia Internacional de la Energía (AIE) en su informe trimestral sobre el mercado del gas en el que, reconociendo un alto grado de incertidumbre, revisa a la baja sus propias previsiones y estima que en 2023 la demanda en Europa volverá a disminuir un 4 % más.

De entrada, la reducción esperada para 2022 en el Viejo Continente, que supone un recorte de 54.000 millones de metros cúbicos, conducirá a un descenso del 0,8 % a escala global porque los precios históricamente altos están produciendo efectos en todo el mundo.

Durante los ocho primeros meses de este ejercicio Europa ha absorbido un 10 % menos de gas que en el mismo periodo de 2021 debido a fuertes contracciones en los sectores residencial y comercial (-12 %) y más todavía en los usos industriales (-15 %).

Para la generación de electricidad, sin embargo, se ha estado quemando gas prácticamente al mismo nivel de 2021 porque la sequía ha recortado la producción de las centrales hidroeléctricas en los países del sur de Europa y se está teniendo que compensar el parón durante meses de más de la mitad del parque de reactores nucleares en Francia por labores de mantenimiento o defectos detectados.

Caída de la demanta en Latinoamérica

La caída de la demanda no va a ser este año un fenómeno únicamente europeo. En Latinoamérica la AIE también anticipa un descenso del orden del 4 %, que se explica porque la producción hidroeléctrica está siendo mucho mejor que en 2021, pero también por una disminución de la demanda en la industria a causa de los precios elevados.

Esa evolución resulta, sobre todo, en que en Brasil el consumo de gas cayó un 12 % en el primer semestre respecto al mismo periodo del pasado ejercicio porque las centrales hidroeléctricas estuvieron funcionando a un ritmo netamente superior gracias a una pluviometría más generosa.

En Asia, los autores del estudio calculan que el mercado va a mantenerse estancado en 2022, lo que supone una más que brusca ralentización después del tirón del 7 % que se vivió el pasado ejercicio.

Eso tiene que ver con la muy modesta progresión del 1 % en China en razón en parte de los confinamientos y restricciones por la política de "cero covid" impuesta por las autoridades de Pekín.

Norteamérica está siendo una de las pocas regiones en la que la demanda avanza este año, pese a que los precios allí también se han disparado a niveles no vistos desde 2008. Pero eso se debe en buena medida a la dinámica de la producción, que va a aumentar un 4 % en 2022 y un 3 % en 2023.

Casi estancamiento del mercado global en 2023

La AIE da por hecho que el mercado del gas va a seguir en tensión hasta bien entrado el año 2023. De hecho, anticipa un incremento todavía menor al de este año, de únicamente el 0,4 %, con una nueva contracción del 4 % en Europa.

En su informe elabora varios escenarios de crisis para el caso de que Rusia cortara totalmente el suministro a la Unión Europea. Avisa de que si eso ocurriera a partir del 1 de noviembre, aunque el nivel de reservas actualmente está en torno al 90 %, ese porcentaje podría caer por debajo del 20 % y eso dando por hecho que la UE recibirá un alto nivel de suministro por barco de gas natural licuado (GNL).

En caso de que la llegada de metaneros no fuera tan fluida, las reservas se quedarían en torno al 5 %, lo que hace plausible cortes de suministro si el invierno fuera frío.

Prevenir ese escenario negro y mantener las reservas a un nivel del 25 % necesitaría reducir la demanda este invierno en un 9 % respecto a los cinco últimos años y en un 13 % para garantizar un nivel más confortable del 33 %.