Cuatro de cada diez graduados en estudios de artes y humanidades trabajan en empleos que nada tienen que ver con lo que han estudiado; un problema que afecta a tres de cada diez egresados en ciencias y ciencias sociales y jurídicas y a dos de cada diez de los que provienen de las ingenierías o la arquitectura. Es el fenómeno conocido como 'empleo desencajado', un problema “de gran calado en España” según la Fundación ISEAK -especializada en el análisis del mercado laboral- que propone como soluciones más información a los estudiantes a la hora de elegir carrera, alinear el contenido de los grados con lo que pide el mercado laboral y, sobre todo, cambiar un modelo de financiación universitaria que favorece la oferta de un gran número de grados sobre la calidad de la educación.

El análisis, en colaboración con la Universidad Internacional de Andalucía, se ha elaborado analizando más de 30.000 casos de egresados universitarios, y las ocupaciones que ejercen cinco años después de terminar sus estudios. El desajuste detectado entre oferta y demanda laboral, concluye el informe, puede tener consecuencias perniciosas para el conjunto de la economía, “en gran medida debido a las potenciales pérdidas de productividad, o el impacto negativo sobre los salarios o la satisfacción laboral”.

Los resultados del estudio muestran que los titulados en medicina y enfermería son los que mejor situados están para desempeñar un empleo acorde con el contenido de sus estudios (tienen solo un 3% de probabilidad de acabar en un trabajo desencajado) mientras que -además de los titulados en artes y humanidades- los que lo tienen peor son los que han estudiado ciencias sociales y del comportamiento, medio ambiente, técnicas audiovisuales y medios de comunicación y viajes, turismo y ocio: sus probabilidades de acabar en un empleo no alineado con su carrera son iguales o superiores al 41%.

Además del riesgo de empleo desencajado, el informe constata que los males tradicionales que aquejan a los jóvenes en el mercado laboral español siguen muy vivos: la probabilidad de que tengan un empleo temporal a los cinco años de terminar sus estudios se sitúa en el 40% (un problema especialmente agudo en el caso de la enfermería, ciencias de la vida o medio ambiente) y la probabilidad de tener un salario por debajo de los 1.500 euros mensuales es del 50% (sobre todo en psicología, actividades físicas y deportivas, medio ambiente o periodismo y documentación).

En sus conclusiones, la Fundación ISEAK propone dos líneas de actuación principales: una de ellas, alinear el contenido de los estudios con las demandas del mercado de trabajo, con mecanismos como evaluaciones de impacto para saber si los grados se afectan positivamente a la inserción laboral o a la calidad del empleo de los titulados; pero también “modificar el actual modelo de financiación a las universidades, que incentiva el aumento de oferta de grados sin que esta vaya acompañada de una memoria rigurosa y exhaustiva sobre su impacto”.