La escalada de los precios de la electricidad en los mercados mayoristas que vivimos desde hace meses es sin duda excepcional. Pero será también transitoria. Su origen está en la fuerte subida de los precios del gas y, en menor medida, de los derechos de emisión de CO2 y no hace sino confirmar la necesidad de reducir la dependencia de la UE de los combustibles fósiles y redoblar la apuesta por las energías renovables.

Se trata de una apuesta económica, pero también medioambiental. Será precisamente la presencia cada vez mayor de las renovables en el mix de generación la que nos permitirá disfrutar en el futuro de precios de la electricidad más bajos y avanzar al mismo tiempo en los objetivos de reducción de emisiones a los que nos hemos comprometido. Este es un camino en el que no hay vuelta atrás y que implica a toda la sociedad. Dicho de otro modo, la electrificación se impone como la vía más rápida y eficiente para descarbonizar la economía y reducir las emisiones.

Sustituir los combustibles fósiles por electricidad de origen renovable como principal fuente de energía en sectores como el transporte, la industria, o la edificación, permitirá reducir la factura de las importaciones de energía de la UE, que alcanza los 175.000 millones de euros al año, avanzar de forma decidida en la lucha contra el cambio climático, reforzar la seguridad del suministro y contribuir a la creación de empleo de calidad.

La apuesta por la electricidad no sólo es la apuesta por un futuro más limpio, sino por una mejora de la eficiencia en el consumo energético. Los vehículos eléctricos son entre tres y cinco veces más eficientes que los de motor de combustión interna, las bombas de calor usan cuatro veces menos energía que las calderas de gasoil o gas, y la intensidad energética disminuye significativamente con la electrificación de los procesos industriales.

Por todo ello, la actual coyuntura de precios de la electricidad no debe desviarnos del camino de la electrificación como el mejor instrumento para conjugar el crecimiento económico con el respeto al medio ambiente.

En el sector eléctrico llevamos años apostando por una transición justa hacia una economía sin emisiones. El 81% de la producción eléctrica de los países de la UE estará libre de emisiones en 2030, un porcentaje que llegará al 100% en 2050. Cuanto antes alcancemos esos objetivos, más protegidos estaremos frente a escaladas de precios de las materias primas como la que estamos sufriendo actualmente y que está detrás del alza de la luz.

En Endesa estamos convencidos de ello: el 85% de la producción de energía peninsular en los nueve primeros meses del año ya estuvo libre de emisiones de CO2, en línea con el objetivo de alcanzar el 92% para 2024, contamos con una cartera de proyectos renovables de 80 GW y estamos inmersos en el cierre de las plantas de carbón. Pero cerrar el carbón no significa abandonar los emplazamientos donde se encontraban las plantas. Ni nos vamos ni nos desentendemos, sino que hemos presentado proyectos por 5.100 MW renovables para sustituir la capacidad térmica por capacidad renovable, acompañando este proceso de la implantación de nuevas actividades industriales sostenibles. Estamos materializando, por tanto, un modelo de transición justa y crecimiento sostenible.

Para cumplir con el objetivo de emisiones cero es necesario transformar la forma en la que producimos, consumimos y distribuimos la energía que mueve nuestra economía y nuestra sociedad. Como apuntaba recientemente el naturalista y divulgador medioambiental David Attenborough en la COP26, “al fin y al cabo, somos los mayores solucionadores de problemas que han existido en la Tierra. Ahora entendemos este problema. Sabemos cómo detener el aumento de la cifra y ponerlo en marcha. Debemos detener las emisiones de carbono esta década".

El camino está claro, y es eléctrico.