En la recta final del año, nos acordamos de lo realizado para contribuir a la recuperación post pandemia y ya miramos al nuevo año con objetivos renovados.

Sin duda, estos dos últimos años han sido especialmente duros en términos sanitarios, sociales y económicos, pero considero que tenemos motivos para mirar al futuro con optimismo.

En breve iniciaremos un 2022 que -a medida que vayan transcurriendo sus primeros meses- esperamos posibilite una tendencia a la baja en los riesgos que actualmente afectan a la economía: coronavirus, inflación, altos precios de las materias primas y posibles restricciones en los mercados financieros.

Centrándonos ya en el sector eléctrico, seguirá manteniendo unas tasas de crecimiento y creación de valor muy significativas. El motivo, la progresiva descarbonización de la economía y la apuesta por las energías renovables, las redes inteligentes y el almacenamiento. Además, la aceleración en el desarrollo de las energías renovables hará caer nuestra dependencia del gas.

La Unión Europea ha mostrado también un camino regulatorio para los países miembros basado en soluciones estructurales racionales para mitigar impactos en los precios producidos por situaciones coyunturales de los mercados, al tiempo que, con el paquete Fit for 55, pone el foco en metas medioambientales y realiza una apuesta clara para reducir a mayor velocidad las emisiones de gases de efecto invernadero.

En ese sentido, Iberdrola mantendrá su objetivo de contribuir a la lucha contra el cambio climático y a la descarbonización con el desarrollo de fuentes de energía renovables, redes y almacenamiento, con inversiones adicionales previstas de 60.000 millones de euros hasta 2025. De esta manera, seguirá siendo líder en ofrecer a sus clientes energía limpia y competitiva, pero también en proveer soluciones integrales para la electrificación que les hagan la vida más sencilla, con los productos smart, solar, mobility y home.

La innovación seguirá siendo uno de los pilares sobre los que construir nuestro plan como compañía, con presencia en nuevas tecnologías y con nuevos modelos de negocio, pero igualmente lo será la contribución a la sociedad a través de nuestro dividendo social: un compromiso con el futuro sostenible del Planeta y con el desarrollo de las comunidades en las que operamos, generando empleo, reforzando la economía y, entre otras, participando en sus inversiones públicas con el pago de impuestos, que el año pasado superaron los 7.500 millones en el mundo. Y todo ello en colaboración con las instituciones y desde la máxima transparencia y veracidad informativa. Iberdrola ha realizado adjudicaciones a proveedores que superan los 22.000 millones de euros desde el comienzo de la pandemia. Su actividad contribuye al mantenimiento de 400.000 empleos en el mundo.

Tenemos pues por delante un apasionante camino al que nos adentramos con la experiencia que nos aporta haber sabido comprender, hace ya 20 años, que solo la inversión en energías renovables y redes inteligentes nos permitirá proteger el planeta y a quienes habitamos en él, reduciendo la dependencia de las energías fósiles, mucho más caras y contaminantes, a la vez que se crea riqueza y empleo en el entorno.