La información sobre el empleo en España suele ser sinónimo de malas noticias: temporalidad, despidos masivos al terminar las temporadas navideña y turística, parados que se cuentan por millones... pero en los últimos meses se suceden casi sin excepción las cifras positivas y récord: el último dato, el de noviembre, logra que se cumplan nueve meses seguidos de reducción del paro, algo nunca visto hasta ahora, y además aporta las mejores marcas mensuales de la historia para un undécimo mes del año tanto en desempleo registrado (-74.381) como de aumento de la afiliación a la Seguridad Social (+61.768). Pero los hitos no acaban ahí: hace un mes, el dato nos dejaba el primer octubre de la historia con una bajada del paro (734 desempleados menos) y niveles inéditos de nuevos cotizantes ocupados para un décimo mes del año (+159.478). Y el anterior, septiembre, fue el mejor noveno mes de la historia en paro (-76.113), y el segundo mejor en afiliación (+57.387). La lista sigue.

¿Cuándo va a parar esta sucesión de buenas noticias, espoleadas por la mejora de la situación sanitaria y por la actividad económica desatada tras la contención forzosa de 2020? Pronto, según el Gobierno. Lo admitía hace dos semanas el ministro de Inclusión a preguntas de los periodistas durante una rueda de prensa en la que ya avanzaba que noviembre iba a ser, de nuevo, un mes positivo contra la tónica habitual de los tiempos prepandemia: “Es evidente que no podemos mantener estos ritmos de creación de empleo muchos meses más, porque ya tenemos de hecho niveles [de empleo] ampliamente por encima de la situación prepandemia, y además muy generalizados”, aseguraba José Luis Escrivá; “estamos recuperando casi todos los trabajadores en erte, luego por mucho dinamismo que haya [en el mercado de trabajo], estos ritmos de crecimiento no son sostenibles en el tiempo en ningún caso”, remataba.

Datos en máximos

Y es que según los registros de la Seguridad Social, los 19.752.358 afiliados ocupados que ha alcanzado el sistema en noviembre son la cifra máxima de la serie histórica: no se llegó a ese nivel ni en la situación inmediatamente anterior a la pandemia (el máximo entonces llegó en julio de 2019, con 19.533.211 cotizantes ocupados) ni en los tiempos previos a la crisis financiera (que tuvo su pico en julio de 2007, con 19.492.941 afiliados trabajando). Ni siquiera restando a los trabajadores que siguen en erte, que en noviembre eran 125.632, se igualan los registros actuales con los de los momentos de máxima bonanza del pasado: en el mercado laboral español hay más personas trabajando que nunca. En el caso de los datos de paro, las cifras buenas son las mensuales, porque la global sigue siendo mala: 3.182.687 desempleados. Con todo, no es peor que la que había antes de la pandemia; de hecho, en noviembre se alcanzaron los niveles anteriores a la Covid, un hito al que la afiliación había llegado hace meses.

Y mientras, la economía se recupera a un ritmo más lento que el empleo: el PIB sigue todavía varios puntos por debajo de las cifras de 2019, que se alcanzarían de nuevo a finales de 2022 o -según las últimas estimaciones de cada vez más instituciones de análisis nacionales e internacionales- ya en 2023. Ese desacoplamiento economía-empleo llama la atención de los expertos: para Javier Santacruz, economista en el Instituto de Estudios Bursátiles (IEB) la discrepancia tiene que ver con que, en esta recuperación de la pandemia, la Seguridad Social recoge entre sus números "las personas en transición laboral: entre la inactividad y el empleo, los que pasan de un empleo a tiempo completo antes de la Covid a uno a tiempo parcial, los empleados que acumulan varios contratos... y todo eso impulsa las cifras de afiliación", explica.

Preguntado por cuándo se truncará la racha de buenos datos en el empleo, este especialista pronostica que a comienzos del año que viene: "históricamente, la economía se ha recuperado siempre antes que el empleo, pero ahora está pasando lo contrario, así que lo razonable es pensar que si los niveles de PIB prepandemia se esperan para el otoño de 2022, la afiliación se normalice en primavera. Aunque hay que estar pendiente, la velocidad de recuperación de la economía se está ralentizando bastante, y eso puede precipitar que el que está en erte vaya al desempleo, y que la empresa en mala situación quiebre, con o sin moratoria concursal", advierte.

Otro economista cree que precisamente el final de las "empresas zombi", esas compañías quebradas de facto pero que siguen en activo por las ayudas públicas, será el que precipite el fin de los récords en los datos de empleo, y también apunta al primer semestre de 2022: "Yo calculo que de cada tres de esas empresas en animación suspendida finalmente dos se hundirán", asevera José Canseco, socio director de la consultora de recursos humanos The Human Touch. "Eso sucederá cuando se tome la decisión política de terminar con las ayudas a pymes y autónomos. Lo que tiene sentido es acabar con esas medidas cuando la economía crezca de forma sostenida, que es lo que tendría que pasar el año que viene", resume, aunque también añade que los recortes de las previsiones y el comportamiento futuro de la variante ómicron del coronavirus pueden alterar a peor la situación.

A la situación de incertidumbre se le suma que las herramientas estadísticas de medición no están pensadas para crisis como ésta, y eso puede distorsionar los datos. Ignacio Conde Ruiz, catedrático de Análisis Económico en la Universidad Complutense de Madrid, apunta que "con los datos de empleo, uno tiende a pensar que ya hemos llegado al máximo de crecimiento; pero mirando al PIB, todavía tendríamos que tener por delante un 2022 y un 2023 de aumento intenso; hay un desajuste entre los indicadores causado por la pandemia" que podría resolverse con alguna revisión estadística, en el PIB o en la productividad, para que midan mejor una situación que, con las cifras tal y como están, "es sorprendente y difícil de entender", afirma.