Los palos en la rueda de la reactivación económica amenazan el crecimiento. Con la recuperación en marcha lo que está en duda es cuán vigorosa y rápida será finalmente. El miedo a una nueva gran ola de coronavirus, el alza desbocada de los precios energéticos, el retraso en la ejecución de los fondos europeos o el golpe de los enormes cuellos de botella en la cadena global de suministro son factores que ponen en cuestión la fortaleza de la recuperación.

El Gobierno mantiene su optimismo sobre las previsiones de la evolución del PIB (que siguen augurando crecimientos del 6,5% este año y del 7% el próximo), mientras todas las instituciones nacionales e internacionales y los centros de análisis han ido rebajando sus estimaciones hasta colocarlas muy por debajo de las del Ejecutivo. El Banco de España ha confirmado su intención de aplicar próximamente también una rebaja sustancial de sus previsiones de crecimiento del PIB. Y a la espera del recorte, empieza a cuantificar la intensidad del golpe que provocarán algunos de los lastres.

Los cuellos de botella en la cadena de suministro le costarán en torno a un punto de crecimiento del producto interior bruto (PIB) en apenas un año, repartido entre el último trimestre de 2021 y los tres primeros trimestres de 2022. Según las estimaciones recogidas en un informe del Banco de España, el caos del transporte global y la escasez de suministros (singularmente de microchips) provocará una “reducción apreciable” de la tasa de crecimiento del PIB español: de entre dos y tres décimas en 2021 y de entre cinco y nueve décimas en 2022.

Las disrupciones en las cadenas globales de suministro condicionan la fortaleza de la recuperación de las grandes economías mundiales, pero su impacto en muy diferente en función de las distintas ramas de actividad. Los desajustes entre oferta y demanda son especialmente graves en la industria de los microchips, lo que está provocando que el impacto de los cuellos de botella estén siendo significativas en la automoción, el material y equipo eléctrico o la informática y electrónica a escala global.

En el caso de España, la industria más afectada es claramente la de la automoción. “La mayor parte del efecto adverso sobre el PIB español de estos cuellos de botella estaría asociada al impacto negativo que dichas perturbaciones suponen sobre el sector del automóvil, lo que resulta coherente con el elevad peso y relevancia de este sector en nuestra economía”, subraya el regulador bancario.

Recuperación fuerte

Frente a las sombras de las que advierten los analistas, el Gobierno mantiene que la recuperación es fuerte e intensa, como demuestran los récords de descenso del paro y de aumento de ocupados del mes pasado. La vicepresidenta económica, Nadia Calviño, ensalzó este jueves el “gran dinamismo” de la economía española y la reactivación del empleo a pesar de algunas incertidumbres, singularmente las ligadas a la evolución de la pandemia.

"Estamos en un momento de aceleración en la creación de empleo y sin duda la buena evolución del mercado de trabajo es uno de los elementos diferenciales de la recuperación", subrayó Calviño. "Es la mejor de las noticias, ya que muestra que la recuperación no sólo es fuerte, sino que está llegando allí donde importa". Desde el Ministerio de Asuntos Económicos se subraya que el gran objetivo es que la recuperación no sea sólo un “rebote transitorio o pasajero”, sino asentar una recuperación “fuerte, sólida y sostenida” que se verá acelerada cuando la ejecución del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia alcance su velocidad de crucero.

Frente a la oleada generalizada de rebajas de previsiones del crecimiento económico de España entre instituciones y analistas, Calviño ve el vaso medio lleno y subrayó que todos los organismos prevén tasas de crecimiento para España en estos próximos dos años en el entorno del 5%, lo que se demostraría que la recuperación es sólida y sostenida en el tiempo. Lo cierto es que hasta hace unos meses, los organismos internacionales colocaban a España a la cabeza de la recuperación de la UE y de los grandes países desarrollados, y tras las últimas revisiones empiezan a colocarnos en el vagón de cola a pesar de que se auguren crecimientos importantes.