Las empresas, como el conjunto de la sociedad, se han visto inmersas en 2020 en una situación muy complicada, provocada por la Covid-19, que nos ha colocado ante un panorama inesperado y desconocido.

Una situación en la que desde el principio las empresas han demostrado su responsabilidad y compromiso para resistir en los peores momentos de esta crisis sanitaria y adaptarse para mantener los servicios esenciales para que la sociedad pudiera seguir funcionando y el esfuerzo que han realizado para mantener operativas las empresas y preservar el empleo, aún a costa de invertir y arriesgar los ahorros y el patrimonio personal.

Desde el pasado mes de marzo, en que se decretó el primer estado de alarma y el confinamiento con la parálisis de toda la actividad productiva no esencial, las empresas han ido asumiendo las sucesivas restricciones y han tratado de adaptar su actividad a esta nueva y desconocida situación, con el objetivo de tratar de sobrevivir y salvaguardar al máximo el empleo.

Así, recurrieron desde el principio a medidas como los ERTE y los créditos con avales del ICO, en la confianza de que estas medidas serían suficientes para afrontar una situación que se esperaba controlar en unos meses.

Sin embargo, la realidad ha demostrado que la crisis sanitaria es mucho más profunda y sus consecuencias económicas mayores de lo inicialmente previsto. Casi un año después, nos enfrentamos a una tercera ola de la pandemia, más virulenta que las anteriores, con un tejido empresarial constituido en su 99'8% por pequeñas y medianas empresas que están muy debilitadas, más endeudadas y que cuya solvencia y viabilidad están seriamente amenazadas.

Según el último Barómetro de la Pyme, que elaboramos desde CEPYME, más del 50% de las pymes españolas creen que tendrán que cerrar como consecuencia de esta crisis. Una sangría que compromete la recuperación futura de nuestro país y el empleo, porque sin empresas no habrá recuperación.

Por eso, es necesario apoyar con mayor decisión a las pequeñas y medianas empresas, con medidas valientes que inyecten liquidez al tejido empresarial, que impulsen la digitalización de nuestras empresas y que les permitan afrontar la reestructuración necesaria para superar esta grave crisis.

Las pymes necesitan ayudas directas, especialmente en aquellos sectores más afectados, en la línea de las instrumentalizadas en otros países de nuestro entorno, como Alemania o Francia. Ayudas que les permitan sobrevivir estos meses con menor o nula facturación y estar en condiciones de afrontar la recuperación cuando esta llegue en las mismas condiciones que sus homólogas de otros países europeos.

Desde CEPYME hemos propuesto un paquete de medidas que consideramos urgentes, orientadas a resolver los problemas de liquidez y de solvencia de las empresas, que incluyen, entre otras, la ampliación en cuantías y plazos de los créditos ICO y su condonación para las empresas más afectadas; apoyos fiscales, con ampliación de los plazos de pago y vacaciones fiscales para empresas en los sectores más afectados, medidas de apoyo a la coinversión y al desarrollo empresarial y ayudas directas a la digitalización.

La recuperación económica y del empleo sólo serán posibles si contamos con un tejido empresarial saneado, que pueda recuperar la actividad en el momento en que sea posible e impulsar la creación de empleo a un ritmo sostenido. Y para ello, tenemos que cuidar ahora a nuestras empresas, a nuestras pymes, que van a ser el pilar básico de esa recuperación.