Según el calendario chino, el 12 de febrero comienza el año del Búfalo. El búfalo es un animal inteligente y metódico, llega al éxito a través de su tenacidad y su dedicación. Se guía por su perseverancia y su convicción; el búfalo es un animal que consigue lo que se propone sin prisa, pero sin pausa.

Esta anécdota no es más que una excusa para introducir lo que este año puede depararnos: trabajo, esfuerzo, método, exigencia y corresponsabilidad. Tras casi un año de pandemia, seguimos sumidos en una crisis sanitaria y económica como nunca habíamos vivido, sin embargo, con permiso de la responsabilidad colectiva y las soluciones médicas que nos traigan la esperanza y la normalidad de nuevo, creo que Europa, y ahora Estados Unidos, han tomado decisiones históricas con enorme determinación que nos sitúan en una posición de fortaleza para activar una recuperación económica que requiere de imaginación, innovación, responsabilidad y sostenibilidad.

Si hay algo claro, es que nada volverá a ser como antes. La crisis provocada por la pandemia, además de provocar un dolor enorme y una crisis sanitaria que no habíamos vivido en generaciones, ha acelerado todos los procesos de transformación. Decisiones que nunca se tomaban, gestiones que no se hacían, realidades que se negaban. Casi todas las barreras han caído, muchas resistencias al cambio han desaparecido y los procesos de transformación de negocios se han acelerado. Y esta aceleración es buena. De esto solamente puede salir algo nuevo y algo bueno. Si no fuera así, habremos cometido un error que afectará a próximas generaciones.

Estamos ante una oportunidad excepcional e inédita. Nunca antes Europa, por ejemplo, ha concentrado y comprometido tantos esfuerzos económicos para enfrentar la embestida de una crisis y tratar de salir más reforzados. Los fondos Next Generation, bien articulados, bien encauzados y puestos al servicio de soluciones que generen nuevos modelos de negocio más sostenibles, serán determinantes para que, con inteligencia, método, tenacidad y dedicación, como los búfalos, todo salga bien. Y, en este contexto, el sector eléctrico será clave en las próximas décadas. El sector eléctrico será un motor económico, generará empleo y contribuirá de manera decisiva a la lucha contra los efectos del cambio climático y como impulsor de una salida económica sostenible a todos los niveles.

Parece claro que existe una conexión entre la pérdida de la biodiversidad como consecuencia del efecto del cambio climático y la aparición de coronavirus que han provocado la Covid19. El desafío del cambio climático nos obliga a evolucionar hacia una economía más sostenible basada en un modelo eficiente, eléctrico, renovable y contemplando los principios de economía circular. Las empresas que no pongan en el centro la sostenibilidad, no van a tener futuro. Algunos de los principales inversores ya han decidido, con buen criterio, invertir solamente en aquellas empresas que desplieguen criterios sostenibles en su modelo de negocio. Es tiempo de desarrollar una sostenibilidad integral que haga converger cuestiones climáticas, económico-financieras, inclusivas, de igualdad, de equidad, de veracidad, transparencia y confianza.