Anticipamos que tres grandes temas marcarán el paisaje de la inversión en 2021: el desarrollo de una vacuna contra la COVID-19; la composición del Gobierno en EE. UU. tras las elecciones de noviembre; y el Brexit. Unos volúmenes de estímulo y de intervención gubernamental sin precedentes llevarán el nivel de endeudamiento a superar incluso el de después de 2009, y el mundo que surgirá de la crisis se caracterizará por unos bajos niveles de inflación, crecimiento y tipos de interés; un escenario que no hace presagiar una superior rentabilidad relativa a largo plazo para la inversión tradicional de estilo valor.

Oportunidades de mercado: la calidad resistirá

Al finalizar la crisis financiera mundial en 2009, se registró un «subidón» en los mercados, concretamente durante un par de trimestres a partir de marzo de ese año, en que las acciones sensibles a la evolución económica revelaron un excelente comportamiento. Lo mismo está sucediendo en cierto modo en la actualidad, pero dados los volúmenes sin precedentes de estímulos e intervención de los gobiernos, el nivel de la deuda será aún mayor que el que había después de 2009, por lo que es improbable que el «subidón» de la recuperación se mantenga. Así pues, emergeremos en un mundo de bajos niveles de inflación, crecimiento y tipos de interés; de alguna manera, una repetición de la segunda década de este siglo. En este tipo de entorno, no es probable que el tradicional estilo de valor coseche una rentabilidad superior a más largo plazo.

Un gran déficit fiscal puede ser, por supuesto, inflacionista, pero toda inflación que se produzca seguramente no se prolongará por dos motivos: primero, hay mucha capacidad ociosa en la economía, según los datos de desempleo y la baja utilización de la capacidad industrial; y segundo, cualquier repunte de la inflación irá acompañado de subidas de los tipos de interés, lo que frenará con rapidez el crecimiento debido al coste del servicio de los elevados niveles de deuda. En consecuencia, no aconsejaríamos apresurarse a invertir en acciones de valor y poco rentables, independientemente de las perspectivas, y prevendríamos a los inversores frente a las trampas de valor. Aconsejamos invertir en activos de larga duración y compañías de crecimienduradero capaces de prosperar incluso en la adversidad: con rentabilidad sostenible protegida por un considerable foso, una alta puntuación en las Cinco Fuerzas de Porter, sólidas credenciales ASG (ambientales, sociales y de gobierno corporativo) y una ventaja competitiva sostenible. La volatilidad seguirá siendo elevada en 2021, aunque sería un error reaccionar instantáneamente a fuertes bandazos súbitos en los mercados.

Crédito: preferencia por los bonos "Investment Grade"

Los mercados con calificación «investment grade» se beneficiaron directamente del estímulo fiscal, como los programas de compra de bonos corporativos y las prestaciones por cese temporal del empleo. Identificamos cierto riesgo de revisiones a la baja una vez que se retiren esos apoyos, pero existe un mayor riesgo en el segmento de alto rendimiento, un segmento en el que aconsejamos a los inversores prudencia por su superior apalancamiento financiero. No todas esas compañías conseguirán sobrevivir; de hecho, si el elevado apalancamiento financiero va unido a un

apalancamiento operativo, lo que sucede con frecuencia, habría que andarse con pies de plomo. Así pues, aunque nos gusta un elemento de riesgo dentro del sector del crédito, en última instancia preferimos buscarlo en el segmento con calificación «investment grade».

Renta variable

Los inversores deben prepararse para la continuación de tendencias seculares actualmente en marcha, como la digitalización y la automatización, mientras que el avance del comercio electrónico se ha visto propulsado por la pandemia. Las acciones beneficiadas por estas tendencias siguieron brillando en 2020 y esperamos que continúen haciéndolo en el futuro. También esperamos que los ámbitos cíclicos afectados por la COVID-19 se recuperen a la vez que lo haga la economía, entre ellas los viajes y el entretenimiento. Dicho esto, los inversores no deberían dejar de lado a compañías que pudieran haberse visto golpeadas por la pandemia pero que cuentan con la solidez financiera y los modelos de negocio para ganar cuota de mercado cuando el entorno se recupere.