La economía sumergida en España se situó en una media del 12,5% del PIB entre 1980 y 1985, para pasar a unos niveles de hasta el 23,7% entre 2005 y 2008, período en el que se produjo el «boom» inmobiliario. Los datos figuran en un estudio de los profesores de la Universidad Rey Juan Carlos, María Arrazola, José de Hevia, Ignacio Mauleón y Raúl Sánchez para la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas). En él se relaciona el incremento de la economía sumergida con el aumento de la presión fiscal.

Los expertos utilizaron tres metodologías diferentes: aproximación monetaria, el consumo de energía y el modelo MIMIC (Multiple Indicator and Multiple Causes). Con todos ellos se evidencia que la economía sumergida se empezó a disparar a partir de los años 90, al representar un máximo del 16,6% del PIB en 1999 hasta situarse en el 18,8% entre 1990 y 1994. Así, entre 2001 y 2004 la economía al margen del control creció hasta cerca del 20% del PIB.

Los profesores subrayaron que el crecimiento de la economía sumergida coincide con un periodo de «fuerte aumento» de la actividad económica oficial. Así, estiman que en los últimos 30 años, el volumen de la economía oficial medida por el PIB se ha más que duplicado, mientras que la economía sumergida se multiplicó por cuatro.

En términos de recaudación fiscal, el estudio pone de manifiesto que la economía sumergida genera una merma de ingresos fiscales de unos 31.000 millones de euros de media al año entre 1989 y 2008, o lo que es lo mismo, el 5,6% del PIB. Los autores subrayaron que el incremento de la economía sumergida es atribuible en «gran medida» a motivos fiscales. Y es que entre 2005 y 2008 casi 66.000 millones de euros llegaron a escapar del control de la autoridades, cuando entre 1990 y 1994 eran unos 30.000 millones de euros. Por eso concluyen que el incremento de la presión fiscal durante los últimos 30 años incentivó «notablemente» las actividades al margen de Hacienda.

Y en cuanto al efecto en el empleo, suponiendo que la productividad «aparente» de la economía se corresponde con la misma que la sumergida, los autores del ensayo de Funcas calculan que, si la productividad «aparente» de la economía oficial es la misma que la sumergida, el período 1980-2008 generó una media de 2,5 millones de empleos «en negro». Ese volumen de empleo sumergido se volvería a acentuar a partir de los últimos años, pues a lo largo del período considerado se ha pasado de unos 1,4 millones entre 1980 y 1984 a más de cuatro millones entre 2006 y 2008. Para los profesores, no se debe caer en la «tentación» de considerar a la economía sumergida como una parte «consustancial» de la vida económica, al advertir de que a largo plazo supone un «duro lastre» para el PIB.