De forma sorpresiva y rápida, como cuando se retira la tirita que oculta una herida, Luis Posado puso ayer punto y final a su carrera deportiva dentro de las canchas de balonmano. Esas que le han visto crecer y convertirse en un adulto capaz de renunciar a una de sus pasiones por seguir su vocación.

Su marcha, anunciada ayer por el propio guardameta en las redes sociales, no resulta sorprendente pues cada año ha gozado de menos oportunidades para pisar el Ángel Nieto. Sin embargo, no por ello deja de doler a una afición que le ha visto crecer hasta convertirse en un adulto capaz de renunciar a una de sus pasiones por cumplir metas más elevadas fuera del deporte.

Figura indispensable en la época dorada de los “Guerreros de Viriato”, Luis Posado fue uno de los primeros canteranos que la regeneración del Balonmano Zamora y el trabajo con la base trajo consigo. Como él mismo expresó en su emotiva carta de despedida publicada en redes sociales, apenas era un chaval cuando tuvo contacto por primera vez con una pelota de balonmano y, los primeros partidos que pudo ver en directo, fueron los del Inzamac que militaba en la Segunda División de categoría regional.

Por fortuna para él, aquella quinta de grandes jugadores (Octavio, Iñaki, Jortos, Peli o Bolly) era muy joven, lo suficiente como para que el portero fuera subiendo peldaños en categorías inferiores hasta alcanzar, a edad bastante temprana, el primer equipo de su ciudad.

Luis Posado, junto a varios canteranos del club Cedida

Posado debutó lejos de casa, en feudo del BM Lavadores, cuando corría el año 2011 y el club pistacho daba sus primeros pasos por categoría nacional. Sin embargo, a sus 15 años, ya era bien conocido en el mundo del balonmano pues era componente habitual de la selección de Castilla y León. Un combinado al que solía acudir con su inseparable compañero Andrés Pérez y en el que también coincidiría con Miguel Camino.

La progresión de Posado bajo palos le convirtió en un fijo para Eduardo García Valiente en sus plantillas. Siempre por detrás de otros grandes porteros, pero siempre listo para demostrar esa valía que le llevó a estar en la lista de la selección nacional en categorías inferiores, luchando por un puesto que acabó arrebatándole el que sería su futuro compañero en Asobal, Carlos Calle. Pero antes de aquella temporada, el canterano vivió los mejores años de su carrera, aunque también alguno muy amargo.

Posado celebra con el resto del MMT Seguros su victoria en 1ª Nacional. | Carlos Toyos

Posado disfrutó como nunca con Alberto Miranda bajo palos, como queda claro en su nota de despedida al señalar que, además de amigo, es casi su “padre” deportivo. Fue su apoyo, su muleta y esa confianza hizo que Posado brillara como nadie en el Manuel Camba. Porque, como los mejores sanitarios, el meta zamorano destacaba más cuanto mayor era la necesidad.

El espíritu de superación del joven canterano quedó claro cuando, con el MMT Seguros debutando en División de Honor Plata, Luis se hizo cargo de la meta pistacho durante un buen puñado de jornadas. Capítulos determinantes para que, a final de curso, el Balonmano Zamora hiciera historia y ascendiera a la élite en Santander. Una tarde reservada para Miranda, ya recuperado de una lesión que permitió al zamorano lucirse, enseñar lo aprendido de su mentor y tener tardes de gloria memorables como la que firmó ante BM Alcobendas.

La ilusión por el estreno en Asobal de Zamora era máxima pero la fortuna acabó siendo esquiva con un Luis Posado que, mediada la campaña, quedaba fuera de combate por una lesión en su hombro izquierdo. Aquel lance le dejó sin poder vivir en la pista duelos memorables y le alejó de un deporte que, por un tiempo, pareció olvidarle.

La baja fue larga y la recuperación lenta, aunque la intervención del Dr. Valdés Moreno resultó de lo más acertada. Por ello, tiempo después, Luis Posado volvió a intentarlo bajo palos, pero lo hizo fuera de un Balonmano Zamora cuya exigencia no daba lugar a probaturas. Así llegó el espigado portero a un BM Salamanca donde se erigió como gran protagonista, reencontrándose con las virtudes del deporte que había vitaminado su vida.

Posado detiene un lanzamiento de siete metros a Dolenec Emilio Fraile

Posado realizó una gran campaña y selló el ascenso a Primera Nacional de los charros con una parada que aún, como su persona, se recuerda en el club vecino. Un punto y final para sellar su vuelta a la acción, y el inicio de una segunda etapa en el Balonmano Zamora pudiendo recuperar el tiempo perdido. Una oportunidad aprovechada, junto a Maciel, Calle, Admella o Mendieta, en la que gozó de otro ascenso a Asobal, tardes triunfales y partidos para el recuerdo en el Ángel Nieto. Un escenario al que ya no regresará vestido de corto, como tampoco sus ídolos Carletes, Iñaki, Octavio o Peli. Nombres de jugadores inolvidables del Balonmano Zamora a los que se unió ayer, tras varias campañas sufriendo para seguir colaborando en el cuadro pistacho.