Un año y veinte días después, Zamora Rutas del Vino y UE Sarriá volverán a cruzar sus caminos con el Ángel Nieto como escenario. Y si bien, esta situación no tendría nada de especial en otras temporadas, en esta ocasión no es así. Principalmente porque, aquella última contienda entre estos equipos en la capital del Duero que acabó con 28-28 como tanteo, fue también la última antes de la entrada del estado de alarma. El punto y final al balonmano en la vieja y anhelada normalidad.

Muchas cosas han cambiado desde aquel día hasta hoy, no siendo ajeno a este proceso el cuadro pistacho, como reconoce un Ricardo Margareto que entonces formaba parte del cuerpo técnico de Leo Álvarez y hoy lidera a los “Guerreros de Viriato”. “No ha pasado tanto tiempo pero sí que han cambiado muchas cosas”, reconoce el técnico que, aquel día, se encontraba fuera de Zamora dirigiendo al filial.

“Uno de los principales cambios está en la plantilla. Hay muchos jugadores que ya no están y otros muchos que se han incorporado”, destaca, recordando tanto las bajas de Barrientos, Admella, Mouriño o Martínez como el precipitado adiós de Iñaki Gómez y la presencia en el vestuario de Octavio Magadán. “Era gente con mucha experiencia, curtidos en todas las batallas pero que, por la situación económica y del país, han sido reemplazados por jugadores más jóvenes y con proyección”, explica Margareto, que ve también cosas positivas en este proceso como “la gran presencia de jugadores zamoranos”, encarnada en Dela, Maga, Maíde o Guarido, y “el mayor peso de otros jugadores que antes no eran pilares fundamentales y ahora cuentan con más minutos”.

Jaime Gallego, Fer, Mouriño y Barrientos, defienden un tiro ante UE Sarriá en el duelo de 2020. José Luis Fernández

El cambio se ha dejado notar también en los objetivos del equipo, quedando destinado a pelear por la permanencia en lugar de aspirar a luchar por regresar a la Liga Asobal. Sin embargo, las diferencias van más allá de la plantilla del Zamora Rutas del Vino.

Margareto confiesa que, una diferencia notable ha sido el jugar a puerta cerrada. “Para mí, jugar con público es el aliciente para el que entrenas cada semana”, señala, admitiendo que, en su caso, “es ese octavo jugador que te empuja cuando estás mal y que te lleva en volandas cuando estás bien”, y que el grupo lo ha echado en falta.

Como también destacó el cambio de formato de una liga cuya segunda fase “se plantea muy igualada” y en la que “hay que sumar cuanto antes porque descienden cinco equipos”. “Se salvarán los más regulares”, destaca, antes de enfrentarse a un UE Sarriá cuya “filosofía de cantera ha provocado que hayan sufrido menos cambios en su plantel”. Un adversario duro, frente al que Zamora Rutas del Vino pondrá fin a un periplo extraño que todavía no le ha permitido recobrar aquella normalidad de la disfrutaba cuando recibió a los catalanes la última vez. Una normalidad que Margareto cree que el balonmano, como el resto de deportes, no recuperará “hasta que no se recupere también en el día a día”.