Nada mejor para cerrar el año que una victoria de galones, y hay quien dice incluso que cuanto más sufrida, mejor sabe. Eso es lo que consiguió ayer el MMT Seguros, un triunfo muy trabajado en un encuentro duro, extremadamente duro, ante Bordils en el que el equipo zamorano pudo recuperarse de las dudas iniciales y de los desajustes defensivos con los que comenzó la contienda para sellar una magnífica segunda en la que la calidad individual de los "Guerreros de Viriato" brilló con luz propia en muchos momentos, y eso que el reto no era fácil. Con este nuevo paso al frente, los pistacho se van de vacaciones con la satisfacción del trabajo cumplido y es que tanto el capitán, Jortos, como el entrenador, Edu García Valiente, calificaron estos meses de competición con un "9", un merecido sobresaliente en unos meses en los que solo se ha encajado una derrota. En cuanto a la clasificación, los de García Valiente se mantienen cuartos con 11 victorias, aunque siguen la estela del líder, el Atlético Valladolid, un puesto al que no renuncian y por el que seguirán trabajando.

Por lo que se refiere al encuentro de ayer, se vivió una primera mitad muy sufrida, más de lo esperado, una circunstancia motivada por un inicio plagado de dudas y es que el cambio en el campo habitual pasó factura y la plantilla tardó en encontrarse. Las precipitaciones en ataque y los desajustes en defensa desequilibraron el encuentro a favor de los catalanes que en el minuto 5 ya habían contrarrestado la ventaja mínima inicial de los zamoranos (3-4) y es que los del MMT Seguros no terminaban de estar cómodos en su feudo. Las paradas del portero de Bordils, hasta tres seguidas a Miguel Camino, y la falta de solidez atrás estaba pasando factura, y solo el acierto de Octavio de cara a portería les permitía seguir la estela. Viendo el 5-8, García Valiente trató de espolear a los suyos con un tiempo muerto y el rendimiento comenzó, poco a poco, a mejorar. Los locales supieron aprovechar una exclusión del Bordils para equilibrar el luminoso (9-9) y al final el MMT consiguió imponer su ritmo y un gol de Ceballos puso al equipo por delante. A partir de ahí las sensaciones mejoraron y se reajustaron en defensa para irse al descanso dos arriba (15-13) y con un Octavio liderando la ofensiva y anotando más de la mitad de los goles, 8 de 15.

Como se esperaba, la reanudación fue fuerte y el Bordils salió a por todas e igualó fuerzas con un juego duro que al Balonmano Zamora le estaba costado hacer frente.

Afortunadamente la seguridad que Maciel transmite bajo los palos volvía ser una garantía y el argentino evitaba males mayores deteniendo, incluso, dos lanzamientos desde los siete metros mientras que Guille estaba siendo el mejor revulsivo en la segunda mitad para volver a ponerse con pequeñas ventajas que apenas permitían respirar. Eso, unido a las polémicas decisiones de la pareja arbitral incrementaba todavía más la tensión en el pabellón y es que la permisividad de los colegiados estaba haciendo mella en el juego, aunque con el MMT Seguros a pleno rendimiento parecía complicado que los puntos se escapasen. Así sucedió y es que haciendo frente a todas esas adversidades pero mostrándose sólidos, los pistacho fueron sentenciando poco a poco el partido y es que su calidad individual apareció cuando más se necesitaba y Octavio y Camino lograron ampliar a seis la ventaja (27-21, min. 48), una distancia que nunca se redujo.

El Bordils, sin entregar sus armas, sí se vio superado por un MMT que por fin funcionaba en todas sus líneas. En la recta final se vivió un intercambio de golpes en ambas porterías pero los locales mantuvieron la firmeza y no se relajaron hasta la bocina final, lo que permitió a los de Edu García Valiente despedir el año con su afición y con una trabajada victoria en un encuentro que también tuvo instantes para lucirse y para despertar los merecidos aplausos de una parroquia, una semana más, entregada.

Ahora el equipo inicia unas merecidas vacaciones para cargar pilas y afrontar una segunda mitad de campeonato que se prevé duro, pero al que quieren llegar en el mejor pico de estado físico y con las fuerzas en lo más alto.