Fútbol

Zuhaitz Gurrutxaga, exfutbolista del Zamora CF, y su última visita a Zamora (Parte I)

El exrojiblanco vuelve a varios de sus rincones favoritos con motivo de la presentación de "Subcampeón"

Zuhaitz Gurrutxaga durante su cena en "El Perdigón" con motivo de la presentación de Subcampeón.

Zuhaitz Gurrutxaga durante su cena en "El Perdigón" con motivo de la presentación de Subcampeón. / R. B.

Zuhaitz Gurrutxaga se encuentra estos días presentando su libro “Subcampeón”. Un relato en el que, junto a Ander Izagirre, expone su vida y su carrera deportiva sin ningún tipo de cortapisas. Una historia dura contada con gran sentido del humor que cuenta con un capítulo dedicado a Zamora y la temporada del vasco con la zamarra rojiblanca del Zamora CF. Un momento especial en su vida que logró revivir la pasada semana cuando visitó la capital del Duero en un viaje que demostró el cariño mutuo que se profesan la ciudad y el exfutbolista.

Gurrutxaga podría haber pasado un único día en Zamora. Le hubiera bastado con congregar a todos los medios en un único espacio y reencontrarse allí con aquellos con los que compartió vestuario, pero no es su estilo. Tampoco lo son los grandes actos, ni las giras locales propias de aquellos que arrastran la vitola de futbolista apurando antes de que el halo de su fama se difumine. El ex de Zamora CF y Real Sociedad es un hombre sencillo, amante de las cosas bien hechas y que, aun estando peleado con el tiempo, tiene unos minutos para cualquiera.

Dar a conocer “Subcampeón” en uno de los escenarios que se encuentra entre sus páginas es algo especial para Gurrutxaga. Y más tratándose de Zamora, un lugar donde comenzó a sentirse más feliz, menos futbolista. Una ciudad que le permitió experimentar con las letras, la música y coquetear con quién sería en un futuro. La persona que es hoy y que, durante casi una semana, ha podido revivir historias, redescubrir rincones y conectar consigo mismo a otro nivel. Porque dar a conocer su relato acabó por ser un simple medio para disfrutar de “la perla del Duero” una vez más.

Para Zuhaitz, el viaje comienza a kilómetros de su casa, cuando con su coche cruza la frontera burgalesa. Allí, empieza a experimentar esa sensación que los jóvenes tienen cuando se desplazan al pueblo en verano. Ese momento en el que dejas atrás tu día a día para extender el concepto de casa más allá de cuatro muros, para vivir aventuras con amigos y recargar energías sin apenas descansar un segundo.

“Hasta la luz es diferente aquí”, apunta Gurrutxaga cuando habla del salto de País Vasco a Castilla y León, donde los campos dorados reflejan el sol entre azules desteñidos. Siente que la vida baja el ritmo y también disminuyen sus propias pulsaciones, una calma particular que también le evoca La M.O.D. A. y su “Nuevo Cancionero Burgalés” que, de vez en cuando, le acompaña.

Relajado, tranquilo y ya en Zamora, Zuhaitz se instala rápidamente y sale a pasear por la ciudad. Quiere palpar por sí mismo cómo es ahora y no porque no haya venido en estos años, pero esta vez se le antoja diferente. Un primer contacto en el que se libera de etiquetas pero no de su fama pues, unos minutos más tarde de dejar las maletas, alguien le reconoce. Se trata de Luis Pablos, con el que conversa durante un rato de aquella temporada mágica en el Zamora CF antes de tomarse una cerveza previa a la cena.

Zuhaitz Gurrutxaga, en una bodega de El Perdigón, observa un póster deportivo.

Zuhaitz Gurrutxaga, en una bodega de El Perdigón, observa un póster deportivo. / R. B.

La Unión de Promotores Culturales y Deportivos de Zamora es la gran valedora de la presentación de “Subcampeón” en Zamora y, por ello, Gurrutxaga compartirá mesa con varios de sus miembros. Una reunión que para regocijo del invitado de honor se celebrará en una bodega de “El Perdigón” a pesar de ser un martes cualquiera. Un rincón que la memoria del exrojiblanco conserva con celo pues, en su época, no eran pocas las veces que el vestuario de Tomé se reunía allí para reponer fuerzas tras los entrenamientos.

La niebla y el manto de la noche convierten el viaje en una especie de fantasía bucólica. Zuhaitz topa con un pueblo sumido en el silencio que disfruta como un niño pequeño. Principalmente, porque encuentra auténtico y singular cuanto le rodea, mostrando su faceta más curiosa, como cuando estudia con atención un mapa de la provincia publicado ya mucho tiempo. Entonces deja ver también su carácter extrovertido, preguntando a la camarera por el día a día en el pueblo y tras la barra.

Del bar a la bodega, Zuhaitz descubre que El Perdigón que conoció ya no es el que era. Muchos locales han cerrado y la vida en la localidad es mucho menos activa. Pregunta los motivos y, de paso, inicia su pesquisa sobre el tiempo perdido en Zamora, dejando ver el cariño que guarda por esta tierra y sus habitantes.

Una cena para ponerse al día

Durante la cena, Gurrutxaga pone caras y nombres a su pasado. Se interesa por personas y lugares que fueron importantes durante su paso hace más de una década, poniendo también en contexto a una Zamora envejecida y, en ocasiones, anclada en el tiempo. Eso sí, sacia su conocimiento igual que su sed, sin ser en absoluto inquisitivo. Y es que, el tiempo no solo ha pasado por entre los parajes de su pasado.

Futbolista, cantante, monologuista, actor, escritor… Zuhaitz Gurrutxaga ha sido y es él mismo pese a la profesión que ejerza, pero de todas ellas se ha ido quedando con algo. Por ejemplo, a la hora de conversar, el vasco sigue yendo bien al corte. Es rápido y no se deja marcar goles. Sigue siendo tan cercano como era, pero ya no necesita del contacto o de su antigua agresividad. Zuhaitz ha aprendido a marcar en zona y dar juego desde atrás. Por ello, aunque no le importe llevar el peso de la conversación, también escucha y atiende a las historias del resto, interviniendo cuando se precisa y aportando humor cuando la situación lo requiere.

Su empatía y educación hacen de la velada un momento especial que a sus acompañantes sabe a poco. Por ello, de vuelta a Zamora, la propuesta es cerrar la noche con una buena copa. Un “cierre” al que accede a regañadientes pues, en realidad, su cerebro ya está pensando en la jornada del día siguiente y todos los compromisos a los que tiene que hacer frente. Citas a las que quiere prestar la máxima atención para que todos, sin excepción, queden encantados con su visita.

Gurrutxaga recuerda su época con "Van Popel" en el Ávalon.

Gurrutxaga recuerda su época con "Van Popel" en el Ávalon. / R. B.

Ese último paseo se convierte para Zuhaitz en otro viaje a su pasado. El destino es el Ávalon donde, por supuesto, el dueño tarda escasos segundos en reconocerle. Álvaro de Paz no solo conoce al vasco por su etapa en el Zamora CF, en una temporada a la que acudía al estadio con su camiseta para animar, también por su posterior ciclo como cantante de “VanPopel” al que dio espacio sobre las tablas de su bar.

Gurrutxaga se ríe y conversa con Álvaro, alegrándose de haber disminuido sus horas de descanso y confesando sentirse algo avergonzado ya que se subió al mismo escenario que Vetusta Morla “sabiendo tres o cuatro acordes”. “¿Dónde iba?”, se pregunta, a la par que realiza una reflexión en clave personal a tener en cuenta: “Quizá, de no ser por aquella valentía, hoy no estaría aquí presentando un libro”.  

(NO TE PIERDAS LA SEGUNDA PARTE. CONTINÚA EL RELATO EN EL SIGUIENTE ENLACE)

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