INDEPENDIENTES DESDE 1990

Islas Marshall, el último país sin fútbol: el reto de fundar una selección en un cementerio nuclear

Un grupo de entusiastas está buscando jugadores y proyectando campos para que este archipiélago oceánico deje de ser el único estado de la ONU sin equipo nacional propio mientras se ve amenazado por la crecida del Pacífico debido al cambio climático

’Teaser’ de la campaña de financiación para la selección de fútbol de las Islas Marshall.

’Teaser’ de la campaña de financiación para la selección de fútbol de las Islas Marshall. / MARSHALL ISLANDS SOCCER FEDERATION

Denís Iglesias

El fútbol es un deporte universal, capaz de llegar a todos los confines. Se juega a 25 grados bajo cero en Groenlandia; en el Vaticano se disputa la Clericus Cup desde hace años; y en Tristán de Acuña, la isla habitada más remota del mundo, hay una liga entre los locales y la tripulación del barco que atraca en el territorio cada 15 días. Son ejemplos de una extrema globalidad a la que solo se resiste un país: las Islas Marshall, el único de los 193 estados miembro de las Naciones Unidas que no practican este deporte.

Un grupo de entusiastas quiere terminar con la anomalía de este archipiélago, situado al noreste de Australia, en la región de Micronesia. Estuvo bajo la administración de los Estados Unidos hasta que alcanzó la independencia el 22 de diciembre de 1990, cuando la ONU dio por terminado el fideicomiso sobre este territorio, a medio camino entre Filipinas y Hawái.

Islas Marshall

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Seleccionador de Matabelelandia

Uno de los principales promotores de la selección oceánica es Justin Walley, trotamundos inglés que actualmente ejerce de jefe de prensa y comunicación de la Federación de Fútbol de las Islas Marshall. Su currículum es un cúmulo de increíbles historias con el balón como protagonista. En 2001 creó junto a John Whitmore el Riga United FC. Ambos eran profesores de inglés en un país que por aquel entonces no había entrado en la Unión Europea (lo hizo en 2004). De este proyecto, al que se entregó en cuerpo y alma, salieron seis internacionales letones.

Después, se convirtió en seleccionador de Matabelelandia, una región de Zimbabue donde Robert Mugabe cometió un genocidio cuyos traumas aún perduran. Walley dirigió a este equipo en la Copa Conifa, competición que agrupa a pueblos sin estado y regiones no afiliadas a la FIFA. Ahora, está ante un reto todavía mayor: crear y generar cultura futbolística en una tierra que no existe y con dos grandes peculiaridades: las Islas Marshall son un cementerio nuclear y su existencia está en cuestión por el aumento del nivel del mar a causa del cambio climático.

Con todo, la voluntad de Walley es firme. Al igual que la de Lloyd Owers, su compañero en esta loca travesía, un técnico también británico que está comandando la planificación deportiva. "No he estado personalmente en las Islas Marshall. Estoy apoyando a la federación desde la distancia. Sin embargo, he visitado el Pacífico y estoy familiarizado con el modo de vida insular. La rutina es simple y pacífica. Tiendes a sentirte bastante alejado del siglo XXI", cuenta a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica, tras regresar de una de sus últimas experiencias en África.

Justin Walley, jefe de prensa de la Marshall Islands Soccer Federation, en su época como seleccionador de Matabelelandia

Justin Walley, jefe de prensa de la Marshall Islands Soccer Federation, en su época como seleccionador de Matabelelandia / EPE

El reto de buscar jugadores seleccionables

Estuvo de viaje en Zanzibar, en Tanzania, otro de esos territorios que tienen selección no reconocida. La conversación con este medio se dilató, porque el protagonista estuvo enfermo en cama, temiendo haber contraído la malaria. Son los riesgos de las largas travesías internacionales que Walley acumula. Alguien experto en asimilar las dificultades y que en el caso de la selección de las Islas Marshall se multiplican. Empezando por el desafío de encontrar a jugadores seleccionables.

El país tiene una población estimada de 60.000 habitantes. Su relación territorial con EEUU durante décadas hace que exista una importante colonia en territorio norteamericano. "Estamos llevando a cabo un proceso de identificación, exploración y reclutamiento, aunque nuestra principal prioridad es poner en marcha el fútbol formativo", explica Walley, quien considera que la vinculación histórica de las Marshall y el desarrollo tardío del 'soccer' -"no olvidemos que la MLS empezó en 1995"- son hándicaps añadidos.

Un grupo de niños practicando fútbol gracias al proyecto de la Marshall Islands Soccer Federation.

Un grupo de niños practicando fútbol gracias al proyecto de la Marshall Islands Soccer Federation. / MARSHALL ISLANDS SOCCER FEDERATION

Actualmente, la Federación de Fútbol de las Islas Marshall está construyendo una marca e identidad. "Nuestro director técnico, Lloyd Owers, visitará este año el país para poner en marcha las escuelas. Pronto arrancarán los equipos y el diseño de la primera camiseta nacional se anunciará en breve. Se construirán campos y se formarán ligas. También es necesario capacitad a entrenadores y árbitros", cuenta Walley, quien avanza que el primer gran hito de la selección será la disputa de un amistoso.

El peor desastre nuclear para Estados Unidos

"Casi no hay cultura futbolística y deportes como el baloncesto siempre han sido más populares. Tampoco hay infraestructuras, por lo que puede decirse que en plena década de 2020 estamos comenzando casi de cero a llevar el fútbol a las Islas Marshall", entiende Walley sobre la situación de un país que tiene un acceso muy complejo. "La situación territorial de las Islas Marshall es complicada desde el punto de vista logístico. Tiene un alto coste viajar desde Europa e internamente es muy complejo ir de una parte a otra de un país insular: requiere mucho tiempo y dinero", añade.

A esto hay que sumarle que Walley, Owers y todos los implicados están fundando una selección a contrarreloj y en un territorio donde es cada vez más difícil vivir. El archipiélago no estuvo habitado hasta el año 2.000 a.c. y los colonizadores europeos llegaron a él en el siglo XVI, de mano del español Álvaro Saavedra. Estuvo bajo dominio de varios imperios, hasta que en 1944 los estadounidenses desembarcaron para desalojar a los japoneses, estableciendo bases militares. Junto a otros territorios del Pacífico, las Marshall sirvieron como lugar para pruebas nucleares durante la Guerra Fría.

En 1954, el atolón Bikini fue escenario del desastre de Castle Bravo, el peor accidente nuclear protagonizado por EEUU. La explosión resultó mil veces más poderosa que las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki de 1945. Las consecuencias obligaron en 1958 a la adopción de una moratoria temporal en las pruebas nucleares, pero hasta esa fecha el ejército estadounidense había realizado más de 60 ensayos. Los efectos de la contaminación radiactiva se mantienen hasta hoy, afectando a los recursos y a la salud.

Nube de hongo provocada por el desastre nuclear Castle Bravo de las Islas Marshall.

Nube de hongo provocada por el desastre nuclear Castle Bravo de las Islas Marshall. / UNITED STATES DEPARTAMENT OF ENERGY

"El 40% de la capital puede quedar inundado"

"Hay altos niveles de radiación en algunas partes de las islas, incluso mayores a los de Chernóbil, debido a las pruebas nucleares que se hicieron allí durante décadas y que ha trastocado por completo la cadena alimentaria", cuenta el jefe de prensa de la Federación de Fútbol de las Marshall, donde el cambio climático amenaza la integridad territorial.

"El aumento del nivel del mar podría provocar la pérdida parcial o total de algunas islas. Por ejemplo, un incremento de un metro inundaría el 40% de Majuro, la capital", desvela Walley, quien lanza una realista conclusión: "El fútbol en las Islas Marshall requiere de muchos pero que muchos pasos. Si lo concebimos en un libro, tendría 50 o 100 capítulos" que se escribirán gracias al empeño de Justin y sus compañeros... Siempre que el cambio climático y la degradación nuclear lo permitan.