El Mundial de Qatar 2022 ha generado más polémica que nunca en cuanto a la elección de la sede, por todas las circunstancias que rodean al país del Medio Oriente. Las controversias en torno a la celebración del campeonato en otoño o la protección de las libertades y los derechos humanos en el país han sido una constante desde que se produjo la decisión. Sin embargo, cabe tener en cuenta que para comprender dicha designación hay que remontarse a sus orígenes, a cómo se produjo.

La FIFA abrió el proceso de elección de sede para el Mundial 2022 en el año 2009, de manera paralela al que llevó el campeonato de 2018 a Rusia. El primero de estos campeonatos debía disputarse en Europa, por lo que el país asiático no presentó candidatura, pero sí vio la puerta abierta en el segundo de los casos, cuando estaba claro que el torneo iría fuera del Viejo Continente.

Junto a Qatar se presentaron otras cuatro sedes: dos más en Asia (Corea del Sur y Japón), una en Norteamérica (Estados Unidos) y otra en Oceanía (Australia), y la FIFA realizó a través de 22 de sus miembros directivos una serie de rondas de votaciones en las que, si ningún país obtenía la mayoría absoluta (12), se eliminaría el país con menos apoyos hasta quedarse sólo con la sede definitiva.

Qatar quedó en todas las rondas al filo de obtener dicha mayoría absoluta, pero en las tres primeras votaciones no lo logró por muy poco, obteniendo 11, 10 y 11 apoyos sucesivamente. En la primera cayó eliminada Australia (1 voto), en la segunda Japón (2 votos) y en la tercera Corea del Sur (5 votos).

Quedaban Qatar y Estados Unidos, y la decisión fue clara al imponerse el país de Oriente Medio por 14 sufragios a 8, consiguiendo así la designación definitiva para albergar el campeonato.

En la votación tomaron parte 22 representantes de la FIFA, incluyendo a su presidente, el suizo Sepp Blatter; el vicepresidente primero, el argentino Julio Grondona; los otros seis vicepresidentes, incluidos el español Ángel María Villar y el francés Michel Platini; y otros 14 miembros, incluyendo al alemán Franz Beckenbauer. Cabe destacar que, de los 22, un total de 10 se vieron posteriormente salpicados en algún caso de corrupción o violación de ética, costándoles de uno u otro modo sanciones o incluso inhabilitaciones.