“El abuso verbal y emocional conductas sexuales inapropiadas se han vuelto sistémicas y se expanden por múltiples equipos, entrenadores y víctimas”. Ese es el demoledor veredicto sobre el estado del fútbol femenino al máximo nivel en Estados Unidos que se ha dictado este lunes, cuando se ha hecho público el informe elaborado tras un año de una investigación independiente liderada por Sally Yates, que llegó a estar en funciones al frente del Departamento de Justicia de EEUU.

El documento pone en negro sobre blanco denuncias que las jugadoras llevaban años realizando y que empezaron a darse a conocer en detalle en varias investigaciones de prensa hace un año, cuando las jugadoras organizaron también actos de protesta, que llevaron a cancelación de juegos y a despidos o dimisiones de 10 entrenadores, así como de la entonces comisionada de la liga, Lisa Baird.

 Además, señala que “el abuso en la Liga Nacional de Fútbol Femenino está enraizado en una cultura más profunda en el fútbol femenino, empezando en las ligas juveniles, que normaliza el entrenamiento verbalmente abusivo y borra las fronteras entre entrenadores y jugadoras”. Y denuncia que se condiciona a aceptar esos comportamientos desde temprana edad y se normalizan. “Muchas jugadoras para cuando llegan al nivel profesional no reconocen esas conductas como abusivas”, lamenta.

Abusos, silencio y ocultación

El informe recoge las denuncias de un “patrón de de relaciones sexuales forzadas, tocamientos, propuestas sexuales no deseadas y comentarios de tono sexual” así como despiadadas tácticas de entrenamiento que incluían “diatribas degradantes e implacable, manipulación que trataba sobre poder y no sobre mejorar el rendimiento y represalias contra las que intentaban denunciar”.

Realizado con más de 200 entrevistas, incluyendo a jugadoras, entrenadores, propietarios y personal de equipos, y también pese a los obstáculos y la falta de colaboración de algunas de las formaciones y personas clave, el informe deja en el peor lugar posible a la liga, la federación y los equipos, a los que acusa de que “no solo no respondieron repetidamente cuando fueron confrontados con denuncias de jugadoras y pruebas de abusos” y señala también porque “tampoco instituyeron medidas básicas para prevenirlo y lidiar con ello”.

Denuncia, por ejemplo, que “entrenadores abusadores pasaron de un equipo a otro lavados por comunicados de prensa en que se les daban las gracias por sus servicios y con referencias de equipos que minimizaron o incluso ocultaron sus conductas inapropiadas. Los que estaban en posición en la liga y la federación de corregir lo que pasaba se quedaron callados”, escribe Yates, que también les acusa de “haber dado prioridad a la preocupación sobre potencial exposición a demandas de entrenadores que a la seguridad y el bienestar de las jugadoras”.

El informe recuerda que hasta el año pasado no existió una política contra el acoso, que la mayoría de los equipos no tenían un departamento de recursos humanos o que hasta el otoño pasado no había una línea para hacer denuncias de forma anónima, y que la liga y la federación no tenían a nadie encargado de la seguridad de las jugadoras.

Abusos sexuales

El documento preparado por Yates pone foco especial en tres entrenadores y revela también abusos que no se habían denunciado públicamente hasta ahora. Christy Holly, por ejemplo, abusó cuando entrenaba al Racing Louisville FC sexualmente de Erin Simon, a la que una vez en 2021 realizó tocamientos conforme hacía una revisión en vídeo de sus errores en un partido, a la que envió también fotos explícitas y ante la que otra vez se masturbó y mostró pornografía cuando la había llamado a su casa para ver supuestamente un vídeo de fútbol.

También está señalado Paul Riley, que entrenó a las Portland Thorns. Al menos desde 2014 hubo quejas en encuestas anónimas entre las jugadoras que acusaban a Riley de ser “verbalmente abusivo, sexista y destructivo” pero ni la federación ni la liga actuaron. Tampoco se hizo nada cuando castigó dejando en el banquillo a Meleana Shim cuando la jugadora rechazó sus propuestas sexuales, que ella denunció en 2015. El informe dice que Riley usó su posición para forzar al menos a tres jugadoras a relaciones cuando trabajaba en otra liga femenina.

 El tercer señalado es Rory Dames, que dirigió el banquillo de las Chicago Red Stars y que fue entrenador juvenil, al que se acusa de haber creado “un ambiente sexualizado” que incluía hablar a jóvenes jugadoras sobre sus vidas sexuales.

Recomendaciones

“Los descubrimientos de la investigación son desgarradores y profundamente preocupantes. El abuso que se describe es inexcusable”, ha reaccionado en un comunicado Cindy Parlow Cone, presidenta de la federación, que ha mostrado “acción inmediata” y reunirá a líderes futbolísticos de todos los niveles en todo el país para “colaborar en las recomendaciones” que también incluye el informe de Yates, al que se sumará otro que está preparando un bufete de abogados por encargo de la Liga y el sindicato de jugadores, una investigación que ya ha llevado a la suspensión de un entrenador, una entrenadora y su asistente.

.Entre las recomendaciones publicadas este lunes están instar a los equipos a que hagan públicas y expliquen conductas inapropiadas de entrenadores para evitar que sean contratados por otros equipos o requerir a la liga que realice las investigaciones oportunas de las acusaciones, obligando a empleados de la liga y de los equipos a participar. Asimismo, se recomienda formar a jugadoras y entrenadores y establecer cargos dedicados a la seguridad de las jugadoras tanto a nivel de equipos como de la liga y la federación. Se recomienda además a la liga, cuyo liderazgo ha cambiado a raíz del escándalo, que decida si debe emprender acciones disciplinarias contra los dueños o directivos de equipos que se mantienen en sus puestos y que han sido señalados por las investigaciones.